En un nauseabundo absurdo se mueve estos días Podemos por Madrid, son niños mimados que de tanto llamar la atención con sus gracietas acaban aburriendo y originando ganas de sacar la mano a pasear, con más hastío que odio, y llevan a pensar si no es hora de que se vayan a dormir.
Pero que nadie se acueste antes de estar seguros de que ya sueñan con los angelitos o con lo demonios que pasean entre sus neuronas. Viven en una confabulación de mentiras y verdades sepultadas por el resentimiento de ancestros directos o leídos. Por suerte, los antisistema no apoyan estas caretas bendecidas por la Constitución que repelen y los socialdemócratas desencantados del PSOE saben que ellos también los traicionarán, siempre con la guillotina dispuesta para acariciar su pescuezo..
¿Quién les queda? Los tóxicos, los perros del hortelano, los que incapaces de construir el pueblo pero sin el pueblo, destruyen el pueblo. Los que no pueden admitir que en España las mujeres dejaron de llevar el velo a misa hace unos años y no se lo van a poner de nuevo. Los que no les importaría malvivir en esos campos que muchos recorrían pidiendo limosnas a otros pobres campesinos. Y los que nunca pueden faltar en el bulle-bulle político, los que pueden pensar que si se arriman bien al sol que más calienta se verán siempre reconfortados. Porque sí, hay muchas injusticias en nuestro país, mucha miseria, mucha corrupción, mucha ineficiencia administrativa, mucha educación paupérrima, mucha sanidad sin equidad y tardía, pero nada de eso han demostrado ser capaces de abordar allí donde han tenido el poder. ¿Cuántos gastos innecesarios han reducido? ¿Qué han hecho por la Cañada Real? ¿Qué mejoras tiene el transporte, la sanidad, la educación? ¿Qué ha mejorado como aportación esencialmente suya?
Tramabuseando sólo se consigue ser como tantos políticos que se dedican a envolver con papel de regalo grandes cajas vacías, una forma más de dar brindis al sol, y en este caso con un toro viejo y resabiado, chanza de demasiadas plazas de ásperos suelos.
Oportunidades perdidas para organizar solidariamente cada república independiente del Reino de España.