Fue el dúo Rubalcaba/Maraval el que comenzó a dar sustos y sustitos en variopintas charlas por las APAS de España explicando las ventajas de la enseñanza laica y pública, su oposición a la enseñanza concertada... En fin, su oposición a la enseñanza e implícitamente su empuje hacia la ignorancia, disfrazada de ideología. Luego sacaron su Ley, faltaría más.
Aquel fue el comienzo de la diaria estupidez de ver como cada mapa del tiempo se explica por el meteorólogo de turno con media docena de citas a Lleida o Girona, poco antes de anunciar que en Londres seguirá la lluvia. El maltrato que dan al español en vergonzoso y fortalece la ignorancia.
En lo más reciente D. Alfonso Guerra -y sus hermanos, acaso- nos aturde con la necesidad de defender la unidad de España, su oposición al estatuto catalán y su voto favorable al mismo en el parlamento. Gente rara la que ve contradicciones en esta conducta. Para resolverlo, un poco después el mismo Guerra -reaparecido chulo y valentón- le propone a D. Mariano la aplicación urgente el artículo 151.
El mes pasado como quien dice, Rodríguez Zapatero, nos envía mensajes de esperanza sobre Venezuela. ¿Alguien duda que el prohombre que sacrifico a tres de sus abuelos para ensalzar al más traidor de los cuatro alberga varias guerras civiles en sus seno? La primera la tiene desencadenada en Venezuela.
Fue anteayer cuando el huracán Chacón asoló la memoria... Nadie la ha recordado escoltado al encamisado con la leyenda "Puta España", el uso feminista, por supuesto, de una oficial de navío para sujetarle el bolso o su condición de charnega. Sus padres dejaron atrás al hambre en el Pozo del Esparto (Almería), cuando los invernaderos estaban por inventarse. ¡Agrupación de charnegos agradecidos! Sucesores de Carandell.
No cabe duda que los tontos eran tan necesarios como la Ley que los propició. La ignorancia y la desmemoria se abrazaron hasta confundirse. Y confundidos estamos...