Entré en la madurez, de golpe, al enfrentarme al momento de no tener más a mi padre, se fué en cinco días, rápido y en una alegoría de lo que es la vida: un suspiro, parece que nos pertenece… hacemos planes y cuando nos queremos dar cuenta, ya ha pasado.

Era un día de enero; nunca me pareció más frío el aire de Madrid que esa mañana, que noté en la cara como si fuera una bofetada que me despertaba, de golpe, de una especie de letargo, diciéndome: ¡ánimo amigo, que ahora te corresponderá a tí el rol que él tenía!

La sensación de vacío en la que me quedé, me hizo pensar en las cosas que él habría querido hacer y no hizo, sí incluso él, tan aparentemente seguro de sí mismo, de sus convicciones y de sus decisiones. Tantas veces hacemos lo que se espera de nosotros, que siempre posponemos lo que anhelamos… ¡habrá tiempo!, ¡hay otras prioridades!, ¡eso no es lo importante ahora!, etcétera, etcétera…

Y de repente me encontré respondiendo a una pregunta que mi padre me hacía desde donde él estaba: ¿tienes un sueño? …¡hazlo! La respuesta contenía una mezcla de varias inclinaciones mías: el gusto por los viajes, un país: Canadá, y disfrutar de la nieve de la forma más radical posible.

Encontré la comprensión de todos mis seres queridos y me embarqué en la aventura de vivir mi pasión por el esquí, en unas condiciones que hasta ese momento solo había podido imaginar en sueños, de las que un helicóptero sólo era parte.

Los meses de febrero y marzo se fueron pasando con los preparativos, hasta que, por fin, el uno de abril del año dos mil siete, pude sentir la sensación de deslizarme en bajadas de más de veinte minutos, hundido en nieve polvo por encima de la cadera, sin más personas a mi alrededor que el grupo que me acompañaba.

Diez años después, otro uno de abril, las cábalas, los números y las coincidencias nada casuales que parecen marcar la vida, llevan a que mi hijo me anuncie la buena nueva de que ahora el abuelo seré yo y que ese momento podría coincidir con mi cumpleaños… ¡bienvenidas sean las casualidades! y mi nieto, o nieta, por supuesto.

Colabora con el blog

Forma parte de los contenidos del Blog del Suscriptor
Escribir un artículo