Sánchez contra pronóstico barre en votos a la candidata oficialista, la apoyada por los barones, la defendida por todos los expresidentes y favorita para hacerse con la Secretaría General del socialismo.
El aparato tradicional socialista ha sido enterrado en las urnas ante un adversario manifiestamente afín a la extrema izquierda representada por los escaños morados del Congreso. De la actitud del ganador podremos predecir con meridiana precisión el futuro de su partido dividido y de nuestro país, que ya se encuentra expectante y dependiente desgraciadamente de su partido para funcionar.
Si ayer las irrisorias mociones de censura de los morados eran el humo del que emerge la teatralidad inoperante de los podemitas, con la elección de Sánchez hoy es una posibilidad palpable y realista.
Los socialistas, manifiestamente divididos, ven cómo su partido navega entre dos aguas, aguas que se embravecen por minutos y que, de haber elecciones, hundirían el barco socialista dejando a ganadores y perdedores en balsas a la deriva.
Rajoy tiene en sus manos terminar de hundir al socialismo, y muy probablemente no tenga otra oportunidad como esta. Mañana el socialismo tendrá dos bandos que se odiarán, de hecho ya lo hacían. En cada uno de ellos muchos votantes se diluirán o se verán en la tesitura de cambiar de opción de voto, lo cual quizás no incluya elegir al PP, pero sin duda si una abstención o un cambio de color político que redundaría en un exponencial aumento de los escaños populares. A río revuelto, ganancia de pescadores.
No ha perdido Susana, ha perdido Felipe González, Zapatero, Guerra, Bono y muchos símbolos del socialismo que se diluyen en cuanto la demagogia asoma por la ventana de Ferraz.
Ahora a Susana le toca volver a su Parlamento autonómico humillada, despreciada y como lo que nunca fue en su tierra: una perdedora.