¡Prego, prego!

¿Ufficio di collegamento giudice di Spagna in Italia?,

Sì, sì, buongiorno, mi dica.

Volevo parlare con il signor García Castellón.

Prego, che vi chiama, per favore?

Ollero, della Spagna… Andrés Ollero.

Mi scusi un attimo, per favore.

M.G.C: Andrés, que alegría hablar contigo… ¿qué tal todo?

A.O: Bueno, podría estar todo mejor, pero intentamos trabajar para que nada cambie demasiado; ¿qué tal tú?, ¿contento en Italia?, ¿mejor o peor que en Francia?

M.G.C: Los idiomas diferentes me pueden, y cuando era capaz de hilar tres palabras en francés, me veo rodeado de italianos; pero aquí bien, menos follón que con el tema de la gestión de la post-ETA. Realmente encantado, tranquilidad, agenda poco cargada, buena comida, arte y grandes tiendas; el año que viene cumplo 65 años y me encuentro tan cómodo que quizás no me jubile… ¿dónde voy a estar mejor? Lo cierto es que les agradezco mucho a Ángel y José María, que pensasen en mi como juez de enlace en el extranjero, fuera de los líos de la Audiencia Nacional; ¿que tal están?

A.O: Ángel con los líos de Bankia y las tarjetas Black, y José María ahora sale más en el papel couché, tras su relación con la exmujer de Cayetano Martínez de Irujo, lo cual, incluso, llegó a ser comentado en reuniones de la Obra, ya sabes que esas cosas no gustan.

A.O: Respecto a ti, tanto agradecimiento deberías tener por Ángel y José María, como por Alberto, que fue realmente quien pactó, con los gobiernos del PSOE, tu permanencia como juez de enlace en el extranjero.

M.G.C: ¿Y que más me cuentas?, porque alguna otra razón habrá para tu llamada, Andrés, ya que hacia mucho que no hablábamos.

A.O: Tienes razón, Manolo, tengo una encargo de Rafi para ti. Verás, las cosas se están complicando con el tema de los casos aislados, ya sabes…

A.O: Tu sustituto provisional en el Juzgado número 6 de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, va a ser promovido a la nueva Sala de Apelaciones de ese mismo tribunal y, con la que está cayendo, Mariano no se puede arriesgar a que la plaza se cubra con el único criterio de la antigüedad entre quienes presenten su candidatura para sustituirle, con los casos Púnica y Lezo en plena instrucción.

M.G.C: Por cierto, ¿éste Velasco no es quien fue director general de Justicia en la Generalitat valenciana con Zaplana y Paco Camps?

A.O: Sí exacto, pero ya sabes, ahora está jugando a ser Baltasar Garzón, las televisiones, los periódicos, internet, Twitter y Facebook, inflan mucho los egos, y por eso lo mejor es ascenderle… y quitarle de los focos. ¿A que no sabes con quien está haciendo Camps el Camino de Santiago estos días?

M.G.C: No, sorpréndeme.

A.O: ¡Con Cayetano Martínez de Irujo!, ¿crees que es casual? Que poco conoces a la Obra.

A.O: Manolo, volvamos a lo importante… ¿cuántos años llevas ganando una pasta y viviendo a cuerpo de rey, como juez de enlace en el extranjero?

M.G.C: Dieciséis años, desde el 2000, el siglo XXI empezó conmigo fuera del día a día de España.

A.O: Bien, pues ahora te necesitamos, Manolo; no nos podemos arriesgar, si vuelves no habrá concurso y esos delicados asuntos estarían en las mejores manos… ¡las tuyas!

M.G.C: ¿Es necesario?

A.O: ¡Absolutamente!

M.G.C: Bien, confirma a Rafi que mañana mismo solicitaré mi retorno, como juez titular del Juzgado número 6 de la Audiencia Nacional. ¡Ah! Y por favor, que Mariano lo sepa cuanto antes.

A.O: Jajajaja, no te preocupes, Manolo, en minutos será informado de tu generosidad y, todos, te sabremos compensar este gran esfuerzo que ahora haces.

Este texto es un relato ficcionado, sobre una conversación telefónica que pudo suceder hace unas semanas, pero conviene recordar que, siempre, la realidad supera la más retorcida, y cruel, ficción.

El único anhelo con estas líneas es que, algún día, en algún momento, la Justicia en España no sea cosa de amigos, ni de Ollero, ni de García Castellón, ni de ningún otro; sino que responda solamente al interés general de los españoles, porque tal como expresaba Francisco de Quevedo, nada hace más daño a la Justicia, que un juez injusto, y sus propias palabras lo ilustran de la mejor manera: “Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”; dicho queda en realismo extremo por parte de quien hizo de la ironía su seña de identidad.

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