Opinión

Ortega Lara y la realidad en Euskadi

Sumarios de ETA acumulados en uno de los archivos.

Sumarios de ETA acumulados en uno de los archivos.

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San Sebastián, la ciudad que me ha conquistado, enamorado, me llena de vida y alegría, un precioso paisaje mires donde mires, tanto bosque... Ese mar rodeado por un cielo nublado que me vuelve loca, amaneceres para pasear por la Contxa, oyendo esa música que nos regalan las olas, los atardeceres en la Zurriola, el monte Urgull para sentir que estás en una nube observando todo y a todos desde un sitio inalcanzable. Quedas embriagada por un decorado tan precioso, que personalmente, si pudiera, no me pensaría irme allí a vivir, si no que me iría directa.

Pero hay una realidad tras ese hechizo de cuento, la realidad que está en la calle, pero uno no se fja, me han contado los votantes del PNV, de Bildu, cómo es la realidad del País Vasco hoy en día.

Paseaba con unos amigos vascos, viven en el barrio de Gros la mayoría, otros en Hondarribia, querían dejarme estupefacta, y así fue. Había carteles pegados en todas partes como los hay en Madrid, en la capital hay carteles que anuncian una próxima exposición, una obra de teatro, o que fumar mata. Pero en San Sebastián esos carteles son en euskera, anuncian manifestaciones por los presos de ETA promocionadas por Sortu -partido político, heredero de la ilegalizada Batasuna, y cuyo nombre significa surgir en euskera-. Me cuentan que es algo normal conocer a alguien de ETA allí, todos tienen a un conocido, a alguien de su familia, en la banda, preso, muerto o en paradero desconocido. No les causa mayor impresión, incluso hablando, se les escapa referirse a mi como "los españoles”, cosa que me hace mucha gracia, no por nada, es que no estoy acostumbrada a mirarlo así y me resulta muy raro y así lo hago saber.

Hablé de todo sin ningún tipo de miedo, pero de todo de todo, y dije mi opinión como suelo hacer, parece que conmigo "se puede hablar" como me decían. Además, me sorprendió que dieran por sentado que si yo hubiera nacido allí o en Rentería, o en las proximidades, hubiera sido de ETA. Esto es algo que no tiene más miras que defender lo indefendible, hubo muchísima gente que no estaba metida en ello, pagaron muchos que nada tenían que ver, se amenazó a mucha gente durante tantos años que nunca se podrá pagar aquel miedo sufrido.

El 1 de julio se cumplieron 20 años de la liberación del valiente Ortega Lara, aquel funcionario de prisiones que fue secuestrado durante 532 días por la banda terrorista, aquel hombre que permaneció tantos y tantos días en un zulo de Mondragón, quitándole vida, porque esto es quitar vida, el tiempo es irrecuperable. Un hombre del que muchos, sobre todo de las nuevas generaciones, desconocen su existencia. Cuando lo liberaron yo tenía dos años, en el colegio no recuerdo nunca que nadie me dijera nada sobre esto, aún siendo algo tan importante. Ha sido más tarde cuando me ha interesado otra víctima de ETA. Como dijo Carmen Facal: No se puede vivir con rencor, hay que perdonar, pero no hay que olvidar, no para odiar, sino para saber lo que ha ocurrido y que no permitamos que se vuelva a repetir.

Mi hermana de 17 años no tiene ni idea de quién es nadie, sólo tiene una vaga idea de lo que no le han enseñado. Cuando paseaba con ella por el casco viejo de San Sebastián y pasamos por la calle Juan de Bilbao, una calle llena de banderas que piden la liberación, no se nos ocurrió otra cosa que entrar a un bar, nos hablaron en vasco pero al ver que no entendíamos nada nos hablaron en castellano. Pedimos un vino y un refresco, note cómo nos miraban extrañamente. Miré hacia arriba y vi un montón de fotos colgadas, en seguida observé la cara de De Juana Chaos y agaché la cabeza corriendo, callada.

Mi hermana comenzó a preguntarme qué quiénes eran todos los que aparecían en las fotos... Es al que suele hacer. Situación aparte, diez minutos después me empezó a hacer gracia, ella desconoce completamente quiénes son los rostros de ETA, no sabe qué ha pasado ni cómo. No lo enseñan, no lo inculcan, es una parte de nuestra historia que no hay que olvidar. Que alguien vaya por la calle, por los barrios del País Vasco y pregunte quién es Ortega Lara, Miguel Ángel Blanco, que pregunten quién es Urrusolo significa que olvidamos y que se nos olvida enseñar para olvidarlo, pero tenemos que tener cuidado para que no se repita algo así, que no se repita tanto dolor gratuito.

Pero no nos interesa, sólo queremos decir la barbaridad más gorda a nuestro contrario, sin más, esta es la realidad que hay allí y nuestra realidad educativa, que los que venimos somos unos simples que no sabemos mirar a Ortega Lara y muchos ni saben quién es, tampoco nos movemos para que eso cambie, queda tanto por hacer… Ojalá nos enseñen todo lo que tienen dentro, y no nos fijemos sólo en las banalidades egoístas que proclama nuestra sociedad, es lo que ocurre aquí y allí, a la vista de todos y nadie se asusta.