Quién soy yo para juzgar a Blesa, si a quien les corresponde después de años aún no ha dictado sentencia en firme. Pero que importa esa nimia circunstancia cuando en España el que condena es la turba que, como marca la historia, sigue siempre el dictado cruel e interesado de los medios y partidos políticos que dicen hoy estar dispuestos a destapar la corrupción en esa carrera del “y tu mas” que parece no tener fin..
A Blesa lo condenaron los hechos, la política, las preferentes y, en primera instancia, un juez: Espido, condenado por prevaricador que soñó en convertirse en político bajo las siglas del partido Renovación Democrática Ciudadana. Al banquillo le llevó el despilfarro de los sobresueldos pagados por Caja Madrid a través de tarjetas de crédito. Su gasto ascendió a los 436,700 Euros y se le condenó a siete años de cárcel que recurrió ante el Supremo, imponiéndosele una brutal fianza de dieciséis millones de euros que garantizó con su patrimonio personal.
En el Consejo de Administración de Caja Madrid figuraban miembros destacados de la mayoría de los partidos políticos que entonces, como la mayoría de los medios, callaron. Comunistas, sindicalistas, socialistas como Pedro Sánchez, el actual líder del PSOE, y populares administraban el capital del pueblo con la impunidad que da el poder y la soberbia de quienes allí figuran para llevárselo; para financiar al partido y recibir a cambio del silencio un salario millonario y una tarjeta de crédito sin limite.
Pero Blesa era el presidente y llevaba en el cargo una la responsabilidad que él nunca esquivó. Ninguno de aquellos consejeros áulicos aparecieron en el funeral del banquero que una mañana de julio y, en contra de la costumbre, decidió utilizar su rifle de caza y quitarse la vida en una finca de Córdoba evitando incriminar a sus amigos. A ellos previamente les facilitó el teléfono de su esposa Gema, sabedor que, con su muerte y sin sentencia firme, los casos que le incriminaban quedaran archivados y muy probablemente el patrimonio familiar quedará a salvo.
Con su fallecimiento ha quedado extinguida "la responsabilidad penal" y las dos causas que tiene pendientes quedan sobreseídas y archivadas en la parte que le corresponde. La primera por los sobresueldos de Caja Madrid y la segunda por estafa en el caso de las preferentes.
Hasta para morir hacen falta huevos. Para que luego digan que el suicidio es un acto de cobardía. Cuando en él se dan las circunstancias de Blesa se convierte en un acto de honor, digno de otras épocas que no todos entenderán, pero que avergüenza a quienes les dieron la espalda y no tuvieron su valor.