Desde hace unos años atrás se ha estado planteando por parte de los medios de izquierda y nacionalistas una simple pero efectiva operación de marketing para justificar el proceso secesionista catalán, creando en el imaginario colectivo la asociación de los conceptos de 'urna' y 'referéndum' como equivalentes inequívocos al de 'democracia'.
¿Acaso no hay nada más democrático que depositar un voto en una urna o que el pueblo se pronuncie directamente sobre un asunto que concierne al futuro de todos? No obstante, la democracia como concepto que engloba todo un sistema de libertades no puede ni debe simplificarse de esta manera, de la misma forma que entendemos que una dictadura no pasa a ser una democracia sólo por la mera celebración de una votación o de un referéndum.
La palabra 'democracia', que viene del griego, y significa "gobierno del pueblo", debemos de analizarla con mucho detenimiento si no queremos pervertir su significado. En este sentido, decía Aristóteles que "la demagogia es la degradación de la democracia" y nos advertía que profundizar por la senda de la demagogia podría acabar llevándonos de una democracia a una tiranía. El cumplimiento selectivo de las leyes, el acatamiento arbitrario de las sentencias o la coerción a funcionarios podrían constituir claros indicios de que se estaría tomando esta peligrosa senda.
Según la RAE el concepto 'demagogia' significa: "Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder". Por tanto, en el marco de la política, ninguna iniciativa podría considerarse verdaderamente democrática si ésta adoleciese de alguno de estos síntomas: mentiras, manipulación o engaño generalizado sobre asuntos elementales… incluso existiendo un hipotético apoyo del pueblo, puesto que este estaría engañado apoyando una u otra iniciativa desde la desinformación, lo que deslegitimaría la actuación de sus líderes.
Si pasáramos a analizar las líneas argumentativas en las que se basan los líderes secesionistas para justificar el referéndum de independencia en Cataluña, podríamos dividirlo a grosso modo en tres: culturales, históricas y económicas. Veamos entonces si ha habido manipulación en sus argumentos:
1. Cultura: para justificar la independencia de España, los secesionistas han defendido la existencia de una nación catalana basándose en que su región tiene una cultura propia, principalmente representada por su lengua propia. En este caso, los secesionistas implícitamente están inventando un concepto nuevo, el de nación cultural, para así romper con el concepto de nación, que como tal surge a partir de la revolución francesa y supone la continuación de los Reinos feudales. Por tanto, la artimaña vendría mediante la creación de un concepto nuevo, el de nación cultural, lo que a partir de ese momento estaría legitimando la existencia de un Estado independiente al español al considerar posible la existencia de una nación catalana y española por separado.
2. Historia: Los secesionistas buscan la legitimación para tener un Estado propio al afirmar la pre-existencia de un Reino llamado el Catalanoaragonés. De nuevo, es una artimaña ya que Cataluña desde el año 1000 perdió su entidad independiente pasando a formar parte del Reino de Aragón y posteriormente del Reino de España. Además, su fiesta nacional, el 11 de septiembre, conmemora una mera guerra de sucesión entre dos aspirantes al trono de España, y no de secesión de la región de Cataluña frente al resto de España.
3. Economía: Los secesionistas justifican la independencia argumentando que se les ha impuesto un sistema injusto, que han sido abandonados por el Gobierno central y que les iría mucho mejor fuera de España. Lo cierto es que más del 90% de los catalanes votaron a favor del actual sistema consagrado en la Constitución y además, en la última década Cataluña es la región que más inversión en infraestructuras ha recibido del Estado central frente al resto de regiones españolas. Por otro lado, una hipotética salida de Cataluña del resto de España implicaría una salida de la Unión Europea y el fin al libre acceso de su principal mercado exterior, que serían el resto de regiones españolas.
Por tanto, no puede ser democrático en un sentido estricto el proceso de independencia catalán, alentado por sus élites locales, en tanto que el mismo está basado en argumentos falaces que buscan engañar y confundir a la población en pro de sus fines políticos. No dejemos llevarnos por la propaganda que, utilizando simples pero eficaces juegos mentales, nos hace creer que cualquier acto democrático es tal desde el instante que se hace uso de términos aparentemente democráticos per se como 'urna' o 'referéndum', ya que como nos avisó Aristóteles, sin darnos cuenta podríamos acabar en una tiranía.