Somos privilegiados protagonistas de un universo de misterioso origen e infinito desarrollo en espacios, formas e intelectosPoder ser observadores de multitud de civilizaciones acotadas en un tiempo, en un espacio y en unos medios es gratificante. 

Somos lo que somos porque los primeros abrieron senderos angostos, semillas de caminos plagados de historias personales, familiares y gremiales. Las aguas, las tierras, los acantilados fueron convirtiéndose en hogares para la evolución de toda clase de vida. Los siglos dibujaron civilizaciones, construyeron historias y la verdad fue contando con objetividad el desarrollo de la humanidad.

Sin embargo, con la evolución también apareció la mentira, el apartheid y las castasEl tiempo enfrentó la grandeza de un universo sin límites contra la mezquina evolución de los interesados y acotados reinos taifas... nació la aldea empobrecida, los pueblos retorcidos y los espacios amurallados sin futuro.

Hubo observadores objetivos que levantaron telones de historias verdaderas, miniaturas de universos infinitos. Otros observadores sin transparencia cavaron cuevas sin luz, sin agua, sin visión. Su lenguaje fue reducido al valle opaco de la cueva. El pueblo comió un día, una semana, un mes... 

La soledad y el aislamiento carcomieron sus ególatras historias faltas de objetividad, renegando de las civilizaciones donde crecieron abiertos a las infinitas evoluciones. Apareció la mentira prometiendo riquezas con lenguaje partidista, sin capacidad de entendimiento. Creció comiendo las raíces sin futuro de los pueblos encerrados en sí mismos.

El universo infinito fue negado por la ruindad de los aprovechados reinos taifas. Su final no fue tardío, las historietas ocupan breves páginas por falta de objetividad. El infinito universo sigue sonriendo... cada cual es libre de elegir.

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