La semana pasada conocimos los cántabros el nuevo calendario laboral para el 2018. En él aparecen las fiestas regionales que afectarán a periodos de descanso de los trabajadores y trabajadoras de Cantabria. Las familias trabajadoras se ven en la necesidad de comparar este calendario con el escolar pues deberán tratar de conciliar su tiempo libre con el de sus hijos.

He aquí el primer error en el que yo mismo he incurrido: “Las familias tratarán de conciliar” y es aquí donde comienzo a dar mi opinión sobre la urgente necesidad de una conciliación familiar.

Los beneficios de unos planes de conciliación familiar son innegables. Desde la disminución del estrés y los conflictos laborales, hasta el aumento de la satisfacción personal. Un aumento de la retención de talento, la fidelidad y estabilidad de las plantillas de trabajadores. Un mayor compromiso, rendimiento e implicación además de la disminución del absentismo en el trabajo. Una mejora de la imagen de la empresa que conlleva atracción de nuevos clientes, el aumento del prestigio de la empresa y sus productos.

Existen leyes que ya contemplan medidas que faciliten la conciliación laboral. Estas leyes regulan permisos como los relacionados con la maternidad-paternidad, la reducción de jornada, vacaciones y excedencias.

Hasta aquí todos de acuerdo: empresas, gobiernos y colectivos sociales. Ahora falta un paso más que demuestre el verdadero compromiso de las administraciones y las empresas, públicas o privadas, para que la conciliación familiar sea un hecho en el día a día, los siete días que tiene la semana.

Los calendarios nunca podrán dar respuesta a las necesidades de conciliación que tienen las familias trabajadoras. Nunca serán del gusto de todos y deberán buscar el mínimo daño posible para que puedan disfrutar de momentos de descanso, dedicados al ocio y la vida familiar.

Un buen plan para la conciliación de la vida laboral y familiar puede tener en cuenta distintos puntos que deben ser cuidadosamente analizados por cada empresa y su plantilla, teniendo en cuenta sus propias particularidades.

El primero de todos y quizás el más importante es la flexibilización de horarios en los que prime el sentido y el bien común. Al tener en cuenta esta flexibilidad se pueden aplicar los avances que ofrecen las tecnologías para optimizar el trabajo e incluso poder realizar algunas rutinas desde casa. El teletrabajo, si bien crece en nuestro país, aún no se ha impuesto convenientemente.

Ahora bien, para conciliar la vida familiar y la laboral es muy importante que todos los trabajadores y trabajadoras accedan a los puestos de trabajo en igualdad de oportunidades. Requiere también una mayor profesionalización tanto de hombres como mujeres para desarrollar trabajos que permitan una mayor conciliación.

Por último también debo apuntar que todo esto no será posible sin el diálogo de todas las partes interesadas y para ello hace falta una formación y sensibilización mayores de las empresas y sus trabajadores.

Este tema, como muchos de los que suele hacerse demagogia, es de máxima importancia en el mundo actual. No podemos esperar a mañana para empezar a aplicar políticas de igualdad y de conciliación familiar y laboral. Como tantos temas que repercuten en beneficio de la ciudadanía, es el momento de dejar las palabras para pasar a la acción.

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