En la ciudad de Charlottesville, situada en el estado de Virginia en los Estados Unidos, se está produciendo un violento conflicto social entre colectivos ultras y xenofobos arios, que defienden que tener la piel blanca tiene un valor añadido mucho mayor que el de quemarse fácilmente con el sol, y radicales de izquierda, que defienden la desaparición de símbolos contrarios a su ideario político. Todo fruto de las distintas opiniones sobre la retira de una estatua del General Robert Edward Lee.

Estos enfrentamientos demuestran dos cosas, primero la falta de tolerancia existente en los sociedades civiles de los países desarrollados hacia las posiciones del otro por muy rechazables que puedan ser, como es el caso de las ideologías racistas y, segundo, la falta de cultura histórica sustituida por los mensajes dirigidos, de forma interesada, por los distintos grupos políticos.

El General Robert Edward Lee es uno de los grandes líderes militares de la historia y seguramente el mejor estratega militar del Ejército de los Estados Unidos. Su reconocimiento ya era existente en 1861, al inicio de la Guerra de Secesión, por lo cual el presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, le ofrece en mando supremo de Ejercito de la Unión para dirigir el previsible enfrentamiento con las fuerzas de los estados secesionistas que formaban los Estados Confederados de América.

El Gen. R. E. Lee, hijo de un héroe de la Independencia americana y natural de Virginia uno de los estados de la confederación, rechaza el ofrecimiento porque considera en este momento su deber esta en apoyar al Estado de Virginia aunque no compartiera su decisión de secesionarse de la Unión.

El Gen. R. E. Lee, conocía que los estados confederados no podían ganar una guerra a los estados de la Unión porque todas las industrias de importancia estratégica (armamento, munición, vestuario, etc) para obtener la victoria militar estaban en el territorio de la Unión. El único objetivo que consideraba al alcance por los estados confederados era una victoria aplastante en alguna batalla importante, y con ello, obligar a los estados de la Unión a negociar una forma de relación entre los estados confederados y la Unión.

La difícil estrategia del Gen. R. E. Lee no pudo alcanzarse, y con ello el proyecto de la confederación, porque aunque obtuvo victorias en batallas menores no alcanzo esa victoria aplastante en una batalla importante. Lo intentó en la batalla de Gettysburg, pero su resultado limitadamete a favor de la Unión, lo único que consiguió es que el Ejército de Sur perdiera unos efectivos que no era capaz de reponer. Y también porque no valoraron correctamente la determinación de un presidente pacifista, como Abraham Lincoln, que puso por delante el proyecto integrador de la Unión, que no aceptaba desintegrarse, sobre los sufrimientos propios de una guerra. Su capacidad de liderazgo fue capaz de detectar en Ulyses S. Grant el general que podía llevar, más rápidamente, al Ejercito de la Unión a la victoria.

El final de la historia es por todos conocido. En 1865 los estados confederados tuvieron que aceptar una rendición incondicional y volver a reintegrase en la Unión, en beneficio del proyecto de los Estados Unidos de América, que unos 70 años después pasaría a convertirse en una de las potencias mundiales, posición en la que todavía se encuentra.

Pero volviendo a la tolerancia existente en dicha época hay que resaltar que el presidente Lincoln, aceptó los argumentos del Gen R. E. Lee para rechazar su oferta de General Supremo y aceptó su petición de baja del Ejército de los Estados Unidos y se le permitió libre traslado hacia el estado de Virginia.

Este suceso no fue excepcional. También al resto de los oficiales del Ejército, la Armada y a los cadetes de West Point pertenecientes a los estados confederados se les permitió su libre traslado a su estado de origen para que participaran en la formación de las fuerzas armadas de los estados confederados.

Es por ello que las estatuas del Gen. R. E. Lee nos deben recordar el respeto y la tolerancia existentes en otras épocas históricas; y aunque, en esta caso dicha tolerancia acarreó males posteriores por los enfrentamientos armados de alta intensidad con una  tecnología militar pre-industrial. Si se hubieran desarrollado posicionamientos intolerantes que nos son más cercanos, como el fusilamiento en la tapia de un cementerio de contrario político, seguramente hubiera sido imposible la realización, a futuro, del proyecto integrador de los Estados Unidos de América.

Por tanto, los sucesos de Charlotteville nos muestran que la mejor forma de crear una sociedad formada por ciudadanos iguales libre de tensiones es aquella en la que el respecto y la tolerancia hacia el otro forma parte de sus valores. Y que es imprescindible que dichos valores sean continuamente difundidos para su asimilación por todos los ciudadanos tanto nacidos como adoptados por inmigración, asilo, etc pero esta es otra historia.

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