Hay que decir que prácticamente en el mismo momento en que acontecían los terribles atentados en Barcelona, la secta secesionista radical ya preparaba a sus cachorros para reventar cualquier acto de condena o repulsa que inexorablemente se produciría por parte de las instituciones estatales.
Conscientes de que tanto el ejecutivo como las instituciones constitucionales, (y por primera vez la Corona), mostrarían con responsabilidad apoyo y harían acto de presencia en cualquier manifestación de repulsa al terrorismo y de apoyo y solidaridad con las víctimas, iniciaron su campaña de odio y utilización del acto para intentar dar una imagen de ruptura que, visto lo visto, no existe.
Muchos, entre los que me cuento, seguimos con mucha atención el desarrollo de una manifestación que tendría una evidente lectura política y moral que iría mucho más allá de su auténtico objetivo de mostrar fortaleza y unidad frente al terror. Las calculadas llamadas a reventar el acto y a “que no le saliera gratis al monarca acudir a Cataluña” de ERC, la Cup y la actitud tolerante de las instituciones catalanas, (Comunidad Autónoma y Ayuntamiento), tuvieron como consecuencia que un reducido número de banderas, carteles y sus portadores pitaran al Presidente del Gobierno, al Rey y a todo aquel que no estuviera manifiestamente a favor del procés.
No sorprende por tanto que en la misma silla en la que se sentó Andrea Levy mientras era insultada, increpada y casi agredida, escasos segundos después se aplaudiera a rabiar a Pablo Iglesias.
Que la masa es voluble y manifiestamente débil de opinión se demostró en un acto en el que algunos mostraron carteles de la responsabilidad del Estado por la supuesta venta de armas a países árabes, consecuencia sin duda de las manifestaciones de los líderes políticos que esgrimieron este débil y más que dudoso argumento para justificar estos actos y atribuir su causa a quienes lideran nuestra democracia, si, esa democracia que ampara su libertad de expresión, aunque la usen para este interés tan burdo como injusto. ¿Acaso conocen las ventas de armas reales que España ha realizado en los últimos 30 años? Lo dudo. ¿Habría cambiado algo si esas supuestas ventas de armas no se hubieran producido? Evidentemente no.
Es tan ridículo pensar que estos terroristas con el cerebro dirigido y lavado por un radicalismo religioso absurdo supieran de la presunta venta de armas como suponer que sus actos se deriven de ello. El delirio independentista comienza a mostrarse como una constante fuente de penosas justificaciones y adoctrinamiento que se haya firmemente instalada en el absurdo. En el fondo es de agradecer que sea tan torpe como para justificar sus tentativas inventando una historia irreal, usando el terrorismo para culpar a todos menos a los culpables, tapar su nefasta gestión política con banderas ilegales, crear un victimismo ridículo y lo que te rondaré morena. Con estas políticas la Cataluña moderada debería dar la espalda a estos absolutos inconscientes y sus pretensiones soberanistas.
Los que gritan son muchos menos que los que muestran respeto y no se dejan adoctrinar, pero cuando unos callan por respeto, homenaje y educación sólo se oye a los primeros.