Opinión

Me duele España

Manifestación independentista el jueves 21 de septiembre en Barcelona.

Manifestación independentista el jueves 21 de septiembre en Barcelona. Efe

  1. Opinión
  2. Blog del suscriptor

El psicólogo Solomon Asch dedicó gran parte de su vida a la psicología social, es decir, al estudio científico de cómo los pensamientos, sentimientos y comportamientos de las personas son incluidos por la presencia de los otros aunque estén de manera imaginaria.

En 1951 desarrolló un experimento sobre la conformidad del grupo para tratar de demostrar la influencia de la presión grupal. Por conformidad se entiende, el grado hasta el que los miembros de un grupo social cambiarían sus comportamientos, opiniones o actitudes para encajar en las opiniones del propio grupo. Para ello y tras anunciar que iba a estudiar una prueba de visión se eligió a un grupo de cómplices, todos instruidos previamente, y un sujeto ingenuo que desconocía el previo aconchabamiento.

La tarea a realizar era comparar tarjetas con líneas de diferente longitud y el verdadero objetivo era estudiar el grado de influencia de los cómplices sobre el sujeto ingenuo. Al principio éste, era fiel a su percepción pero al comprobar que no correspondía con lo manifestado por el grupo poco a poco fue sesgado sus respuestas en favor del error, es decir, de lo que manifestaba mayoritariamente el grupo y lo que es peor de todo, sin reconocer que lo hacía por la presión del mismo.

Conocido este trabajo de psicología social, no será difícil hacer un cierto paralelismo con la situación generada en Cataluña en los últimos días. Ciertamente no es más que la punta del iceberg la que ha impactado en el casco de ese barco llamado democracia, pero la magnitud de los daños es ciertamente desconocida. Se han escuchado voces en contra de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que cumpliendo la legalidad vigente se han visto obligados a desplazarse hasta allí, fuerzas de ocupación les dicen ignorando que Catalunya es España, de la misma manera que el Alentejo es Portugués o la Borgoña es Francesa. Hemos escuchado voces apelando al derecho a decidir sin mencionar la obligación de acatar las leyes y en caso de querer modificarlas, el tener que hacerlo desde la propia ley.

Como era de esperar también ha comenzado la caza de brujas contra quien no esté a favor del independentismo, por no llamarle golpe de Estado; pobre del ciudadano de Catalunya que alce su voz en contra. Cuando los argumentos no tienen peso, comienza el ataque a quien los defiende.

Mientras, el resto de los ciudadanos que no compartimos ni el fondo ni por supuesto las formas de este atentado contra la democracia guardamos silencio, ¿nos da hastío o miedo alzar nuestra voz a favor de la democracia, a favor de España?

Ojalá nos quede claro que si algo hay antidemocrático es el nacionalismo, ese sarampión de la humanidad que decía Einstein, esa estrechez de anteojeras que no nos permite mirar más allá del surco y que per se es excluyente y que para lo único que ha servido es para crear una fractura social, despertar a las dos Españas machadianas y obtener el beneficio del río revuelto a partidos políticos que sirviéndose de las prebendas democráticas luchan para destruirla, demostrando un hambre de poder bajo formas de autoengaño.

Como Unamuno digamos: “Me duele España, ¡soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y de oficio: español sobre todo y ante todo”. No podemos avergonzarnos.