AVE a Barcelona

Barcelona durante la manifestación del tres de octubre. Efe

Incluso el humo del café de esta mañana parece tener una opinión sobre los acontecimientos vividos ayer en Cataluña. Durante las 24 horas que preceden a esta mañana de lunes en la que escribo, hemos vivido con más pena que miedo, pegados a una radio o una televisión, lo sucedido en Cataluña.

No las mentiras, ni siquiera la torpe actuación del Estado es, en mi opinión, lo más preocupante del momento en el que nos encontramos. Tan solo es necesario abrir las redes sociales para ver un escenario desolador. Afamados pensadores, líderes de opinión que no han llegado a terminar de leer ni el ticket del Mercadona, comparten en la red sus reflexiones mientras que cientos de personas sustituyen el esfuerzo de pensar -bien- por un like, permanecer voluntariamente en un estado de letargo intelectual. Ya lo escribió el filósofo barcelonés Balmes: el amor a la verdad no es una simple cualidad filosófica sino un verdadero deber moral.

Y es este esfuerzo de pensar bien, de alejarnos de la quincallería y el razonamiento epidérmico que ahoga nuestra sociedad, la única solución posible de nuestro pueblo. Ser conscientes de nuestra dignidad, y estar dispuestos a ejercerla. Conocer que el derecho a decidir no existe; que el Gobierno no envía a retirar urnas y asustar ancianas, sino que es función de la fiscalía- sí, y la de Cataluña precisamente-; que la única competencia del Gobierno es enviar refuerzos, como le obliga la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Que si queremos incluir la autodeterminación –el derecho a decidir no existe- es necesario tener un quórum cualificado, y por lo tanto ganar en las urnas, en las de verdad, en las de todo el territorio. Que, al fin y al cabo, las banderas no encierran razones sino sentimientos, que la razón reclama y el sentimiento solo aporta espíritu crítico, y éste, sin conocimiento, es tan solo fanatismo.

Llenemos las calles, con menos banderas y más razones. Denunciando la torpeza de algunos y el inexistente sentido de Estado de otros. Las mentiras de los independentistas y las medias verdades del Gobierno. Declaremos la igualdad sobre la identidad: la igualdad de derechos y deberes políticos sobre la identidad de sangre y de la tribu. Hurtemos al presente un futuro feliz.