Sin demora yo salí
buscando sólo ventura,
preso quedé en tu figura,
todo transformado en ti.
¿Qué dirán quienes te beben
y se sacian con hartura
sin sentir esta locura
de poder si no se puede?
¿Qué dirán si más bonanza
me ofrece la fruta oscura,
que la estrellada estatura
que me quema y no me alcanza?
Si mi sangre se aligera,
cuando abrasa tu atadura,
¿qué puñales de dulzura
en tus prisiones me esperan?
Ni por otra vuelo ciego,
ni apetezco más fortuna,
que el placer que me procuras
dándome desasosiego.
Es inútil la celada
de la noche más oscura
porque toda tu hermosura
como la fuerza del alba,
borra todos los agravios,
traza trémula ternura:
los besos que sólo cura
la pócima de tus labios.