Hace años unos visionarios se unieron en torno a unas ideas que surgían directamente de una situación de hecho que amenazaba la unidad de España. Pronto comenzaron a atraer la atención de amplios sectores sociales que, viviendo en una Comunidad Autónoma atenazada por el adoctrinamiento político, pretendía reaccionar democráticamente contra él.
Es en los peores momentos cuando los mejores dan lo mejor de sí mismos para luchar contra la sinrazón del pensamiento único excluyente. Ciudadanos nació para garantizar la pluralidad política y la paz social de los catalanes dentro de España y en ello sigue. Ya extendido el partido a todo el territorio nacional y ostentando representación pública en todas las instituciones del Estado, su labor les ha consolidado como el único partido garante de la unidad del Estado español dentro de un vasto campo de políticas que sólo pretenden el bienestar del ciudadano.
El desafío secesionista catalán ha hecho conscientes a los españoles de varias cosas. Una es que el Partido Popular se ha visto obligado -muy a su pesar- a aplicar la Constitución, pero al mismo tiempo sigue ejecutando políticas insolidarias en territorios impregnados de independentismo a cambio de escaños para su Gobierno, es decir, lo que nos ha traído hasta aquí. Otra es que la unidad de España solo ha sido innegociable para Ciudadanos, el resto del espectro parlamentario ha mostrado una inconsistencia ideológica tan peligrosa como indigna.
Las encuestas hablan de un crecimiento exponencial de intención de voto para Ciudadanos, cosa que de concretarse en unos comicios no sería sino una justa retribución a los servicios prestados.