El grabado cuarenta y tres de la serie de los Caprichos de Goya explicaría a la perfección la deriva y llegada a punto muerto del procés. Una vez desatendidas las razones, sobrepasados los argumentos, terminada la ficción, sólo queda un mal sueño, una pesadilla tan real como difícil de aceptar por los que todavía hacen uso de la razón. Porque cuando se esgrime la razón cuantitativa y se pone sobre la mesa de los independentistas, por ejemplo que 2900 empresas han huido ya de Cataluña trasladando su sede social o fiscal, se es incapaz de contestar con un palabra argumentada, con una respuesta política motivada con algo que atisbe la más mínima intención de solucionar el problema -a lo sumo podremos obtener rocambolescas ideas como las paridas por Junqueras como que muchas se han ido "a los països catalans"- la contrariedad se incrementa.
El despertar tras el mal sueño de la Declaración de Independencia Unilateral nos ha llevado a todos a concluir que todo era una ficción, una pesadilla, que el artículo 155 trata de devolver a la legalidad, y este artículo de la Constitución no va más allá de este punto. Por lo que Rajoy y su virreina para Cataluña tendrán que empezar en hacer política para Cataluña a partir del día 21-D. Sería bueno por tanto atender a la Comisión Territorial para la revisión del modelo que el PSOE ha instado a poner en marcha en el Congreso.
Por otro lado, es curiosa la actitud de Pablo Iglesias de recurrir el artículo 155 de la Constitución al Tribunal Constitucional cuando la mayoría de procesados están acatándolo y hablando del simbolismo de la DUI. Por esta senda, Podemos acabará dividido en fragmentos territoriales en los que cada taifa haga uso de la franquicia política dando la respuesta política más conveniente en cada momento. Diciendo una cosa y la contraria si fuera necesario, como ha inaugurado ya en la manera de hacer política Ada Colau, brillantemente bautizada por Borrell como la “emperatriz de la ambigüedad”.
La renuncia a la vía unilateral, al programa político presentado que han venido realizado la expresidenta Forcadell, como el resto de exmiembros del Govern, debería llevarlos a la renuncia a la actividad política al menos por las siglas y postulados que hasta ahora han defendido. La saga/fuga de Puigdemont terminará tarde o temprano y deberá rendir cuentas ante la Justicia. Entonces como en la viñeta de El Roto aparecida en el diario El País que decía “Todo era una performance”, más de algún indepe deberá caer en la cuenta de que todo era, al menos por parte de sus dirigentes, una performance. Todo era una actuación.
Por lo que respecta a la población, el sueño de la razón inducido por los líderes independentistas debe dar paso a la luz y la percepción de los problemas reales que atañen a la ciudadanía: la pobreza energética, los recortes en educación y sanidad, la corrupción y el agotamiento del sistema de pensiones, imposible de sufragar en un hipotético Estado independiente. En La Quinta del Sordo”, don Francisco de Goya ya lo predijo, quizás previendo los problemas que se cernían sobre la Nación en los albores de cambio de siglo y la invasión francesa: “El sueño de la razón produce monstruos”.