Esclavos del siglo XXI

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Aquellos que por unas razones u otras participamos en el marco sobre salud y seguridad laboral venimos notando una preocupante y constante subida de IT por depresión y estrés.

La presión constante sobre los trabajadores, la falta de preparación de mandos y empresarios para el trato con trabajadores o la insatisfacción laboral son culpables de una de las epidemias que en breve serán más que una realidad.

Quizás antes de llegar al extremo de países como Japón cuya tasa de depresión y suicidio por temas laborales son ya un tema de preocupación de las autoridades, atajar la situación que vivimos en España nos ahorraría muchos disgustos.

Los servicios de prevención que las empresas deben contratar todavía no hacen hincapié en la parte psicológica que tan importante como la física no retiene la atención que requiere. La insatisfacción laboral es una situación tan habitual como grave para cualquier empresa que se precie de serla. El rendimiento suele crecer de forma exponencial tomando como base la motivación y satisfacción de aquellos que la conforman.

Las injerencias de las empresas en el tiempo libre y por ello no laboral de los trabajadores en sus diversas formas (llamadas telefónicas, mensajes, mailing...) además de acoso puede ser entendido como una manera de presión para diversos fines. La disponibilidad de un empleado es algo regulado, legislado y en algunos casos pactados además de remunerado.

Las jornadas laborales extenuantes tan habituales y arraigadas especialmente en hostelería y construcción además de obstaculizar la creación de empleo, supone un grave riesgo tanto de accidentes como de enfermedades profesionales. Sin embargo la situación ha cambiado desde hace un tiempo, los empleados (especialmente en el sector de la construcción) ya hace un tiempo que están empezando a rebelarse ante el abuso que supone ser un esclavo del siglo XXI.

Las jornadas laborales de más de ocho horas son tan habituales que se tomaron por norma pero las inspecciones de trabajo están empezando a tomar cartas en el asunto de una de las prácticas más aberrantes del mercado laboral español. Las horas extraordinarias están reguladas en el estatuto de los trabajadores y sobra decir que deben ser remuneradas.

Pero no todo son malas noticias en el panorama laboral español. Las empresas que respetan los derechos laborales de los empleados están proliferando. Las nuevas generaciones de empresarios ven el respeto de los derechos y la dignidad de las personas que tienen a su cargo como una inversión propiciando un aumento de la responsabilidad y rentabilidad de primer nivel.

La conciliación de la vida laboral y familiar es un derecho denostado, olvidado y ninguneado. Los que sufren la pesadilla de la falta de dicha conciliación no solamente son los trabajadores, las propias familias son las más perjudicadas y es algo de lo que no se habla. El núcleo familiar sufre las consecuencias de unos horarios y presiones impropias de los tiempos en los que vivimos.

Aquellas autoridades de la inspección de trabajo con las que tengo relación suelen comentarme con preocupación su frustración por no poder atender su trabajo con la diligencia con la que debieran, no obstante previa denuncia suelen atender la situación con rapidez y eficacia.

Los trabajadores que no cumplen con las expectativas de empleo suelen ser despedidos como es normal, pero toda aquella empresa que haga caso omiso de leyes laborales debiera ser sancionada de manera ejemplar. La creación de empleo está siendo frenada por las mismas empresas que bajo el manto de la palabra patriota alargan de manera innecesaria horarios laborales.

Las horas extraordinarias no pagadas le cuesta al estado unos 3.500 millones de euros que deja de ingresar en conceptos de impuestos. A éste dinero perdido para las arcas públicas habría que sumar los accidentes con resultado de lesiones o muerte que causa la fatiga. El dinero es secundario, pero la tragedia personal y familiar perdura en el tiempo.

En una época en la que la creación de empleo está en pleno crecimiento pese a la precariedad del mismo no debemos relajar esfuerzos en la recuperación económica. Solamente las denuncias o la presentación de hechos a través del buzón contra el fraude laboral puede acabar con las prácticas abusivas, mafiosas y delictivas en materia laboral.