Minucias

La cadena perpetua es una condena que dura toda la existencia de la familia de la víctima. Es más, la supervivencia del recuerdo de las acciones terroristas supondrán parte de la historia de cada sociedad. ¿Exagero? Pues no, ni pizca.

Ciertos individuos, a quien titularía de malnacidos si no tuviera contención en el lenguaje, decidieron conseguir unos fines políticos a través de asesinar a los ciudadanos. Las siglas son lo de menos: ETA -Euskadi Ta Askatasuna (incluyendo la palabra “libertad” en su título), GRAPO -Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre-, Terra Lliure -Tierra Libre (otra vez el bastardo uso de “libertad”), MPAIAC -Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario-, EGPGC( Ejército Guerrillero del Pueblo Gallego Libre, Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive), entre otros, han cometido asesinatos en España desde la década del siglo pasado.

Aquellos “hijoputas”, perdón si se van las teclas al determinar el nombre popular de asesinos, no sólo nos mataban y herían por ser Policías, Guardias Civiles o Militares, también otros ciudadanos eran acosados, extorsionados, amenazados y se veían obligados a cambiar su lugar de residencia por el simple hecho de pensar diferente. Abandonaron la tierra natal, cerraron empresas, modestos negocios y emigraron a otro punto geográfico donde poder levantarse cada mañana y acostarse sin temor al peligro.

A las Víctimas del Terrorismo nos “otorgaron” el deber de callar ante ellos, contener la respiración, evitar pasear con las familias de manera ambulatoria por el territorio mundial; aquellos “cabrones” -se me va el oremus- nos retiraron la posibilidad de un sueño plácido, olores a quemado de la cocina sin distinguir el origen y el recuerdo; acudir a actos lúdicos sin perder la sonrisa al escuchar una detonación de una mínima cantidad de pólvora envuelta en un cartón y prendida por un niño. ¿Niños? Segaron la vida de “treinta” niños, además de casi mil personas de nuestro hermoso país llamado España.

Ellos, los asesinos y sus familias, sí, esas familias que erraron en educar de modo civilizado a sus vástagos -que bien podían haber adquirido un perro, antes de criar a un asesino-; ellos, quienes ayudaron, colaboraron, ocultaron, facilitaron la presencia y huida, informaron señalando a víctimas con el objetivo de ser asesinadas o al menos intentarlo. Ese asqueroso “mundo” social tiene “derechos”. ¡Ah, claro! El resto, especialmente las Víctimas del Terrorismo, tenemos “obligaciones”.

Los terroristas, aquellos que aún quedan en prisión cumpliendo unas mínimas condenas, respecto a las recaídas en sentencia judicial, periódicamente exigen ser liberados, acercados a prisiones de la Comunidad Autónoma Vasca. Repasando la memoria, sólo una de esas ratas -con perdón para el animal roedor- ha colaborado con la Justicia. El resto, como traidores a la raza humana, siguen teniendo la clave para descubrir quién, cómo, por qué y con ayuda de quién asesinaron a más de 300 personas de nuestro país. Incluso la propia banda tiene un arsenal de armas y explosivos difícil de contabilizar.

Además, algo que se deja en el olvido, pervive el entramado empresarial tejido por los terroristas, viviendo años y años sin trabajar para el bien común de toda la sociedad: “dineros” conseguidos allende nuestras fronteras sirvieron para matarnos, herirnos, destrozar vidas y materiales de todos. ¿Quién ha pagado por ello? Ellos no. Los terroristas tienen “derechos”, ahora ya no matan, no.

No, ahora ya no nos matan, no nos hieren, nos han dejado seguir respirando el mismo aire que el resto de criaturas humanas. ¡Hay que joderse! Perdón. Nuestra democracia, ese maravilloso sistema que sirve para la alternancia pacífica de partidos en la dirección del país, entrega derechos a quienes arrebatan por su cuenta esa posibilidad a otros, según su voluntad. ¿Y las obligaciones? “Tranqui, no preocuparse”, ya las Víctimas pondremos otra vez nuestra vida en juego, si hace falta. ¿Todos? No. Hay un reducido número de individuos, incluidos algunos no víctimas, que han creado una estructura para vivir a costa de subvenciones, donaciones y otras formas de recaudar dinero, se atreven a darse “el pico” con PODEMOS, PNV, BILDU -con terroristas en sus filas- y algún otro partido que está “a pachas”:

-A la mierda con ellos -disculpen.

Las noticias nos traen el titular del derecho de los familiares a visitar a sus parientes -terroristas- en prisiones cercanas a su residencia. Los grupos de apoyo a esos terroristas se lamentan del número de kilómetros para ver y oír a su familiar, culpándonos al resto de la sociedad, a nuestro ordenamiento jurídico y a algunas víctimas, que a día de hoy no nos rendimos ante nadie: ni terroristas ni gobiernos.

Gracias a los asesinos, nos han jodido la vida. La única condena a cadena perpetua es la sentencia de los terroristas a las víctimas. El resto, minucias.