El juego de máscaras

Anna Gabriel huye de la Justicia y no volverá de Suiza: "No tendré un juicio justo"

Aún con la resaca del Carnaval, esa celebración percibida y acogida de un sinfín de maneras diferentes según en la parte de España que te encuentres, y habiendo visto en persona o por los medios los bonitos e impresionantes vestidos en Las Islas Canarias, los desfiles de Badajoz y las chirigotas de Cádiz, ¿creían ustedes que estaba todo resuelto para el Carnaval del ejercicio 2018? Pues no, quedaba aún el disfraz estelar, la actuación más conmovedora, “el juego de máscaras” de Anna Gabriel.

Celebración de origen pagano, en la que nos mostramos diferentes a cada día, en la que nos atrevemos a decir lo que no solemos enseñar de nosotros mismos, celebración, en la que parece que todo vale con tal de pasarlo bien, “echar” unas risas y en la que en ciertas ocasiones hasta los entes más serios dejan de serlo por unas horas. Pues bien, este ha sido el momento elegido por la activista de la CUP para mostrar lo que verdaderamente tiene debajo de su “careta”, en la que se ha refugiado los últimos años y desde luego la que la ha permitido vivir una vida cómoda a la sombra de un ideario anticuado, radical y dañino para cualquier sistema de bienestar social.

Ha vivido un carnaval “invertido”, una celebración diaria alejada de la realidad, que ha atacado a la Constitución Española, ha empobrecido Cataluña y España, ha divido la sociedad e incluso separado familias. Esta señora, ha contribuido a empobrecernos a todos a todos los niveles, el económico, el social y la imagen que damos los españoles y catalanes al mundo. Con actitud arrogante, supremacista, apoyada en una absoluta y rotunda minoría que apenas representaba un puñado de catalanes, ha embestido una y otra vez contra la Ley Española saltándosela a la torera.

Pero…. la compleja maquinaria de la justicia española a pesar de ser lenta ha actuado, la ha citado para aclarar su posición y sus responsabilidades ante este “juego malvado” que han creado en los últimos años.

Y…. a las primeras de cambio nos hemos encontrado que debajo de su máscara de carnaval “invertido”, Anna Gabriel, se ha mostrado una chica, asustadiza, cobarde que ha huido por sus causas pendientes consecuencia de unos actos investigados por ilegales, con mirada virgen, pura, propia de cualquier niña que jamás ha roto un plato. Ha dejado súbita e inesperadamente su ideario aparcado, sus valores, su defensa de la tribu por una casita en la ciudad que representa el capitalismo por excelencia.

Peluquería y acicalamiento, buenas formas y educación, Suiza… ¿esta nueva máscara será suficiente para librarse de la justicia? Mucho me temo que no, que cuando el Carnaval acaba, todo orden se restablece y el de esta figurante de tres al cuarto no va a ser menos.