Opinión

El senyor Vicenç y "el procés"

El senyor Vicenç y el procés

El senyor Vicenç y "el procés" Ignacio Oliveras

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"El procés" ha captado y sigue captando nuestra atención al haber introducido una importante dosis de imprevisibilidad en nuestro futuro inmediato como país. Pese a todo, hay ciertos elementos del mismo que son altamente previsibles.

Recalcar la dimensión "étnica" del conflicto es de muy mal tono, y créanme, los independentistas se toman muy mal que ni siquiera se insinúe que en todo este asunto pueda haber, ni tan siquiera de forma larvada, algo parecido a un "supremacismo étnico", créanme, he hecho la prueba. Y sin embargo, si suprimimos la componente "supremacista" por completo, el elemento étnico es casi evidente simplemente ojeando los apellidos de las listas independentistas y comparándolos con los de las listas unionistas.

Si usted tiene un vecino se llama "Ferrer i Jornet" es por lo tanto mucho más probable que lleve un lacito amarillo que si se llama "Hernández Gómez", y de hecho estimo (a ojo de buen cubero) que el 80% de los lacitos los llevan un 20% de los catalanes "étnicamente puros" como el imaginario señor "Ferrer i Jornet" que acabo de evocar, lo que constituye una componente innegablemente paretiana del "procés".

Hay, como para todo, excepciones.

En el 588 de la Gran Via de les Corts Catalanes existe aún hoy una barbería que está abierta desde 1927 de forma ininterrumpida. Mi padre ya la frecuentaba de niño, y ahí sigue. Desentona en la barbería un gran televisor de plasma último modelo, que probablemente sea la aportación personal de los dos barberos africanos que actualmente regentan el sitio y que por lo demás conserva prácticamente todo el mobiliario original, aunque no puede decirse que intacto.

El senyor Vicenç es el dueño, es hijo de barbero y fue aprendiz en esta barbería, que en algún momento le fue traspasada. Vicenç, que debe de andar ya por los 90, es muy parlanchín y a menudo se le puede ver por la barbería platicando con los clientes, en lo que parece ser una especie de "hobby" de este buen señor.

Vicenç estudió, por lo que gran parte de su vida no ejerció el oficio de barbero (del que también tiene un título de FP que cuelga en una pared), sino que fue profesor en el IES Menéndez Pelayo. Vicenç habla un catalán impecable, como muy pocos ya en Barcelona, y de hecho fue profesor de catalán muchos años.

Hace poco, Vicenç me contó "el procés" que le llevó a dejar de ser profesor de catalán. Verán: Vicenç tiene la teoría de que la mejor forma de aprender una lengua para un joven es leyendo fábulas. El senyor Vicenç es una especie de erudito, y si le preguntan que qué le lleva a creer eso, es fácil que empiece a divagar con respecto al Pancha-tantra, La Fontaine y cosas por el estilo.

El caso es que a Vicenç le gustaba hacerles leer a los chavales las fábulas de Esopo en catalán, pero con la llegada de gobiernos nacionalistas a la Generalitat, al parecer eso se hizo imposible: a Vicenç le impusieron que los chavales leyeran el "Mecanoscrit del segon origen" sí o sí. Exasperado por tener que obligar a leer a los chavales algo que el senyor Vicenç considera "una auténtica mierda", Vicenç pidió ser mutado al seminario de filosofía, donde acabó su carrera como profesor de secundaria sin ser molestado.

Lo curioso de este microrrelato, si es que puedo llamarlo así, es que hace unos años hubiera considerado al senyor Vicenç como una especie de excéntrico, y estoy seguro de que muchos de sus vecinos del lacito amarillo siguen pensando que lo es. En cambio hoy, con el "procés" enfilando la vía muerta, tiendo a pensar que el senyor Vicenç es simplemente un tipo muy lúcido, viviendo en un país de excéntricos.

Así pues, el que esto escribe no puede sostener que lo que va de "procés" haya sido completamente estéril: por lo menos nos ha ayudado a muchos a abrir más los ojos.