Muchas empresas amortizan puestos de trabajo realizados por personas, con el consiguiente ahorro laboral al sustituirlo por máquinas o robots convirtiendo ese “gasto que suponen las personas” en “inversión” más lo que supone en sus balances la desgravación y amortización por inversiones trabajando sin nómina ni pago de Seguridad Social. No solo no habrá coste sino que recuperan lo invertido mediante la amortización correspondiente.

Como hasta hoy el pago de las pensiones se nutre de la aportación a la Seguridad Social de un porcentaje que pagan las empresas más un porcentaje que paga el trabajador, la solución definitiva (sin aumentar impuestos) pasa por:

1. Modificar el actual método de financiación de las pensiones (por ej. mochila austríaca con matizaciones: es decir, sería el Estado quien “custodiase y garantizase” dicha mochila)

Asombra que existan tanto empresas como trabajadores que pretendan “escaquear” los costes sociales y, sin embargo y a pesar de ello, busquen conseguir beneficios de todo tipo.

2. (Para la empresa) Sustitución de las cuotas a la Seguridad Social a cargo de la empresa por cuotas empresariales "atendiendo a la facturación realizada y no al coste laboral" como medida de cálculo para la cantidad a cotizar al sistema de pensiones.

Simplemente cambiaría el cálculo de aportación, en vez de estar basado en el del personal de la empresa (completamente variable y con tendencia a disminuir) por el de facturación (que aunque variable, siempre tendería a aumentar) En realidad, para la empresa no habría mayor incremento ya que se sustituye un porcentaje por otro. En todo caso, habría una disminución del porcentaje. Estaría controlado y fiscalizado a través de las declaraciones a la Agencia Tributaria.

3. (Para el trabajador, sea asalariado o autónomo) Computar toda la vida laboral del trabajador con vistas a la pensión que le corresponda (así cotizaría desde el principio "el máximo posible" evitando escaquear cotizaciones, lo que se ha estado haciendo por la picaresca de que sólo te computaban los 15 últimos años, hoy los últimos 20, para el cálculo de la pensión)

4. Eliminar las prejubilaciones por debajo de los 60 años.

Si la media de vida en la actualidad se sitúa en 85-87 años, pudiendo llegar según tendencia natural incluso a más edad… ¿Cómo es posible que sea sostenible que personas prejubiladas con 52-55 años de edad media viva de una pensión el resto de su vida prácticamente los mismos años que ha cotizado?... Independientemente de que el periodo que va desde la prejubilación hasta la edad legal vaya a cargo de la empresa en cuestión (el coste de esta partida sigue siendo importante)

5. Compatibilizar poder cobrar un porcentaje de la pensión más el alargamiento de la vida laboral (esto ya existe en la actualidad) como forma de, por una parte, no tener que pagar el Estado el 100% de la pensión hasta que se jubilase definitivamente y, por otra, permitir que voluntariamente pueda alargar su vida laboral el trabajador que así lo desee generando ingresos, al menos hasta los 70 años, siempre que la salud lo permita. Hoy la esperanza de vida es mucho mayor de cuando se implantó el sistema de jubilación.

6. Modificar el sistema de cálculo del IPC mediante el cual se actualizarían las pensiones. En la actualidad se utilizan una serie de inputs que nada tienen que ver con las necesidades reales de los jubilados. Habría que reclasificar más acertadamente los sectores en los que se basa dicho cálculo. En realidad, habría que realizar diferentes cálculos del IPC como “vara de medir” en virtud del sector hacia el que su referencia ayude a la aplicación del mismo.

Con estas medidas, aunque puedan parecer simples, quedaría resuelto el problema del déficit de la Seguridad Social de una vez por todas.

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