En el primer trimestre de cada año, es habitual proceder a unas ceremonias que tienden a premiar, o al menos resaltar, lo mejor del anterior ejercicio, por ejemplo en la industria cinematográfica los Oscar se entregan el primer fin de semana de marzo y los Globos de Oro a principios de enero, mes en el que también se conceden los Grammy, a lo más destacado en el ámbito musical mundial.

Incluso, en los últimos treinta años, han cogido solera los conocidos como premios Razzie, inicialmente denominados Golden Raspberry, que, un día antes de la entrega de los Oscar cada año, resaltan lo más pésimo de la producción cinematográfica, porque ser el peor en algo no deja de tener su mérito, al final se trata de encabezar una clasificación, aunque los destacados en ella, con seguridad, preferirían poder observar la lista en orden inverso.

En una época tan especial, y en un momento tan delicado como éste, me predispongo a dar por constituidos los premios "Razzie 2018 de la política española”, procediendo a proclamar de manera solemne a sus ganadores, los cuales han obtenido su galardón en disputada lucha con un numeroso elenco de nominados, de la actualidad de nuestra España.

Empezando por los premios menores, el vencedor en la categoría de “peor actor de reparto” es el duque de Palma, don Iñaki Urdangarin, cuñado del jefe del Estado, con tratamiento de Rey, Felipe VI; y yerno del rey emérito, Juan Carlos I, quien a pesar de haber sido juzgado, con todas las garantías procesales, siendo condenado a seis años y tres meses de cárcel, sigue campeando a su libre albedrío por Suiza, junto a su esposa, Cristina de Borbón, disfrutando de escolta sufragada a cargo del sufrido contribuyente español.

El premio a la “peor banda sonora musical”, tanto original, como adaptada, es concedido, ex-equo, a Felix Millet y Jordi Montull, quienes con unos pagos de fianzas, respectivas, de 400.000 euros y 100.000 euros, han quedado en libertad, tras, tan sólo, veinticinco días encarcelados, a pesar de haber sido condenados por un Tribunal de Justicia, a penas de prisión de nueve años y ocho meses, el primero, y de siete años y seis meses, el segundo, por un desfalco de 23,7 millones de euros, dentro del caso del Palau de la Música, el cual es un episodio dentro de la conocida serie “El tres per cent”.

Como “producción más chapucera” se premia a los 111 ex-parlamentarios que gozan de la pensión máxima a cargo de los presupuestos de Congreso y Senado, sin la exigencia de las condiciones que afectan a todos los españoles, tanto en importe aportado, como en años cotizados, al no afectarles las modificaciones sobre los privilegios al respecto que fueron aprobadas en 2011, entre los que se encuentran José María Trías de Bes (CDC), Pablo Castellano (PSOE), Cristina Almeida (IU) o José Cañellas (PP).

Los “peores efectos especiales” son reconocidos al Partido Popular al hacer desparecer cualquier rastro de archivo, o documento, que pudiera quedar en los ordenadores usados, por su ex-tesorero, Luis Bárcenas, en sus instalaciones de c/ Génova nº 13, de Madrid, borrándolos y formateándolos hasta en treinta y cinco ocasiones, como ha quedado acreditado en sede judicial, si bien la formación popular no será juzgada, al entender la Fiscalía General del Estado que no hay delito en ello, en contra de las acusaciones particulares, aplicándose la recurrente, y conocida, doctrina “Botín”.

El reconocimiento al “peor guión de ficción” es para los políticos de PDeCAT y ERC que manifestaron ante los tribunales de Justicia que la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) realizada en el Parlament de Cataluña el 10 de octubre de 2017 era, únicamente, simbólica.

La trama Gürtel recibe el galardón al “peor guión original” con su reguero de favores, corrupción, prevaricación y cohecho, con casi doscientos imputados, la mitad de los cuales son políticos, con adscripción popular de forma mayoritaria.

Y, finalmente, el premio al “peor actor” es para Jordi Pujol i Solei, quien el próximo mes de julio celebrará el cuarto aniversario de haberse confesado públicamente como un evasor fiscal en España, sin que, hasta este momento, se le haya planteado la más mínima exigencia por ello, ni siquiera una demanda, ni siquiera una apertura de juicio. Claro que en todo este tiempo hemos tenido que estar muy pendientes del “procés” que él inoculó, y a la mejor se nos ha pasado algún detalle. En cualquier caso el premio es más que merecido…¡bravo don Jordi!.

Decía François de la Rochefoucauld que “…el mundo recompensa antes las apariencias de mérito, que al mérito mismo”, pero ello no es el caso de los agraciados con los “Premios Razzie 2018 de la política española”, los hechos acreditados por todos ellos les hacen más que merecedores a estas menciones. Desearíamos, para bien de la sociedad española, que cesaran en las actividades, pero, con seguridad, no nos faltarán merecidos candidatos para la edición del próximo 2019.

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