Hasta nunca terroristas

ETA anunciará su disolución el primer fin de semana de mayo

Con 24 años me enseñaron con especial ahínco a considerarme potencial víctima de un grupo terrorista castizo, a mirar debajo del coche cada vez que salía de casa, a ser cuidadoso con las personas que estuvieran en situación de espera a la salida del portal de casa, a parar en los semáforos o atascos con margen para emprender una huida rápida, a desconfiar de las motos que se situaran a mi lado en esas paradas, a tender mi ropa dentro de casa, a formar a mi familia en lo que podía pasar. Me enseñaron compulsivamente imágenes de las formas de actuar de una banda terrorista que ya había acabado con casi mil de mis compañeros. Veo a diario las secuelas de aquellos que en los peores años del terrorismo de ETA vivían con el constante temor de ser el siguiente, sus ojos aún reflejan el dolor de recordar las imágenes de actos y sepelios.

Sé a qué huele una bomba, aún hoy al recibir un paquete en casa miro, huelo, palpo con mucho detenimiento ese paquete lo más lejos posible de mi familia, sigo mirando debajo de los bajos del coche y veo que muchos de mis hermanos hacen exactamente lo mismo.

Pero hoy es distinto, me levanto 14 años después con una carta de la banda terrorista en la que admiten el daño provocado, la injusticia de sus actos, la increíble crueldad de los mismos y piden perdón a quienes según ellos no tomaron parte activa en su lucha sin pretender provocar reacción "negativa" de nadie. El inmenso odio que han materializado en pura crueldad pretende ser borrado con una misiva que, aunque me genera cierto alivio, jamás se difuminará en los corazones de quienes aún visitan a sus familiares en el cementerio. Nadie más que ellos formaron parte de su "conflicto", todos los demás fueron víctimas inocentes de crueles asesinos. Es patrimonio de estas víctimas, y sólo de ellas, otorgar un perdón que nadie más puede osar ni mencionar.

Son las víctimas las que ostentan la representación de todos los españoles en la reacción a una noticia que, aunque aparentemente positiva, tiene un trasfondo triste e infinitamente cruel.