Opinión

El misterio de la tránsfuga alicantina

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Pasados varios días desde que el PP recuperara entre neblinas la Alcaldía de Alicante, el misterio de la tránsfuga alicantina sigue siendo un asunto sin resolver, un caso abierto. En efecto, un sueldo. Una ganancia. Un emolumento. Esto se ha jugado. Sin duda. Pero hay algo más que se me escapa.

Como me gustaría ser algo parecido al Sherlock Holmes de Conan Doyle o el Hércules Poirot de Agatha Christie, leídos con pasión durante mi adolescencia, para resolver con claridad este caso. Aquí no hemos tenido ni a Doyle ni a Christie, pero Rafael Chirbes ya nos relató en Crematorio cómo funcionaba la cosa en esta tierra: un yate; un multinegocio; un constructor con varios invitados a bordo...

Elsa Belmonte. Rabia contra Pavón. ¡Un caballo! ¡Un caballo! Mi reino por un caballo… La nueva política abrió las puertas de par en par. Y entró lo mejor y lo peor de cada casa. Barcala el inesperado. Alcalde por accidente, provocado o inducido, pero por accidente. Peral sonríe a las puertas del pleno. Martínez acompaña a la tránsfuga a su salida. Fiesta nocturna desvelada por el diario local. Boning sonríe y se siente como Jaime I en la Reconquista, pero esta vez comenzando desde las tierras del sur.

En la novela negra siempre se pregunta al lector quién ha matado a quien. Aquí hay que situarse en quién puso a quien, más que en quién compró a quien. Porque el que pone quita. Resta un año de legislatura. Victoria pírrica. Es sólo el primer capítulo y al final de la novela el misterio queda siempre desvelado.