Los hijos son de sus padres

Acaba Ud. de leer un titular que constituye un monumento a la obviedad. Obvio: lo que se encuentra delante de los ojos; lo que está muy claro o que no tiene dificultad; lo visible, manifiesto, patente, notorio, claro, fácil….

Los hijos no emancipados están bajo la patria potestad de sus progenitores. Las relaciones paterno-filiales generan una serie de derechos y obligaciones interactivos para ambas partes.

A los efectos que nos ocupan, entre los principales derechos de los progenitores tenemos, según el artículo 27,3 de la Constitución, “el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.

La legislación reconoce y garantiza algo que ya tienen los padres de facto, de manera previa, por el hecho de tener hijos. En este sentido, los hijos “son” de sus padres.

En este tiempo nuestro de apóstoles de la posverdad y populismos radicales algunos no tienen claro la obviedad de que los hijos sean de los padres. Se encuentra en trámite en el Congreso, presentada por Podemos, la ‘Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales, y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales’.

Según los proponentes, se trata de una Ley elaborada íntegramente por los colectivos de defensa de los derechos del colectivo LGTBIQ que, cada día, se enfrentan a todo tipo de discriminaciones y violencias, como ya ha ocurrido en hasta once comunidades autónomas recientemente, y ser herramienta al servicio de la sociedad civil organizada que defiende los derechos de todas y todos.

En síntesis, para hacer efectiva aquella defensa intenta inculcar en los menores y en el conjunto de la comunidad educativa la ilusión de que el género es una elección arbitraria que no tiene fundamento alguno en nuestras estructuras neurológicas o endocrinas. Con ello, los hijos, en los importantes ámbitos éticos, afectivos o sexuales dejan de ser de sus padres y son suplantados por el sistema educativo en un nuevo intento de adoctrinamiento ideológico.

La organización Educación y Persona, integrada inicialmente por profesores y maestros de la provincia de Toledo y por padres de alumnos que comparten un “ideal de la docencia centrado en la persona: el amor por la docencia se fundamenta en el amor a las personas por encima de cualquier otro interés pragmático, profesional o ideológico”, defiende que “respetar al otro puede y deber ser exigido en la sociedad y en el sistema educativo, pero aceptar sus propios criterios éticos, afectivos o sexuales ni puede, ni debe ser objeto de imposición en el sistema educativo, pues colisionaría gravemente con los principios de libertad de conciencia y de libertad de educación protegidos por nuestra Constitución”.

Y ha difundido un comunicado en el que destaca la sentencia del Tribunal Supremo de 11 de febrero de 2009, según la cual “las asignaturas que el Estado, en su irrenunciable función de programación de la enseñanza, califica como obligatorias no deben ser pretexto para tratar de persuadir a los alumnos sobre ideas y doctrinas que -independientemente de que estén mejor o peor argumentadas- reflejan tomas de posición sobre problemas sobre los que no existe un generalizado consenso moral en la sociedad española.

En una sociedad democrática, no debe ser la Administración educativa -ni tampoco los centros docentes, ni los concretos profesores- quien se erija en árbitro de las cuestiones morales controvertidas”. Por eso, el mismo tribunal propone que “cuando proyectos, textos o explicaciones incurran en tales propósitos desviados de los fines de la educación, ese derecho fundamental les hace acreedores de la tutela judicial efectiva, preferente y sumaria que han de prestarles los Tribunales de lo Contencioso Administrativo, los cuales habrán de utilizar decididamente, cuando proceda, las medidas cautelares previstas en la Ley de la Jurisdicción para asegurar que no pierdan su finalidad legítima los recursos que se interpongan”

Lo dicho: los hijos no con de Estado; son, para lo bueno como para lo malo, de sus padres.