Torra a su llegada a la prisión de Soto del Real

Torra a su llegada a la prisión de Soto del Real Efe

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De Tarradellas a Torra

Mario Martín Lucas
Publicada

Joaquim Torra Pla superó la sesión de investidura ante el Parlament, camino de tomar posesión como centésimo trigésimo primer presidente de la ‘Generalitat’, y más allá de cualquier otra consideración, nada editorializa mejor la situación que se vive en Cataluña, en estos tiempos, que el hecho de pensar que esa responsabilidad, tras la reinstauración democrática, ha pasado de estar en las manos de Josep Tarradellas, a las de Quim Torra, la comparación da escalofrios y como dice el conocido refrán “…entre todos la mataron y ella sola se murió”.



Lo peor es la total división que se vive en Cataluña, en una sociedad fracturada en dos, plasmada en un Parlament que designa ‘president” con los votos a favor de, tan solo, el 48,88% de sus integrantes, mientras el 48,16% se oponen y se abstienen el 2,96% de los mismos, todo un símbolo de dos realidades, que plasman cual debería ser el principal objetivo de cualquier nuevo ‘president’ catalán, la reconciliación y coser las heridas sufridas en estos últimos tiempos.



Pero, ¿quien es Quim Torra?; abogado formado en la Universidad Autónoma de Barcelona y antes alumno del colegio de los jesuitas de Sarriá, en Barcelona, trabajó durante más de veinte años en Winterthur, como profesional de las aseguradoras, hasta la absorción de dicha empresa por parte de AXA, en 2007. Sus inicios políticos se desarrollaron en la Unión Democrática de Cataluña, liderada por Josep Antoni Durán i Lleida, socia de coalición, con la CDC durante veinticinco años (1980 a 2015), bajo las siglas de CiU con las que gobernó Jordi Pujol en Cataluña.



Más allá de los rasgos anteriores sus responsabilidades en el ámbito de lo público se limitan a haber sido designado gerente de la empresa municipal Foment de Ciutat Vella en 2011, de donde pasó a director del Born Centro Cultural en 2012, siendo Xavier Trias alcalde de Barcelona, hasta que fue cesado, en 2015, con la llegada de Ada Colau al consistorio, encontrando acomodo posterior en el Centro de Estudios de Temas Contemporáneos, dependiente de la Generalitat de Cataluña. Sus antecedentes en la gestión, es evidente, que son más que livianos.



Quizás lo más conocido del Sr. Torra sean sus escritos, tanto en artículos, como a través de las redes sociales, en los que no ha escatimado ningún adjetivo a quienes no piensan como él, vivan en Cataluña o fuera de ella, cuya reproducción voy a evitar en estas líneas, pues estos días han sido suficientemente difundidos; cuya huella pretende borrar el investido, al pedir disculpas con la frase de “…si alguien se ha sentido ofendido…”, intentando hacer responsable al destinatario de la ofensa y no a quien la protagonizó.


Una cosa es cierta y es que el ungido por el dedo de Carles Puigdemont no ha ocultado su dependencia absoluta de éste, invocándole como el verdadero ‘president”, arrastrando con ello el simbolismo de la primera autoridad del Estado en Cataluña por los suelos, pues nunca nadie la desempeñó reconociéndose instrumental de un tercero, tanto como para admitir no usar el despacho de la presidencia en la sede de la Plaza de San Jaume; a veces es curioso comprobar lo que es verdaderamente importante para quienes juegan a ser hombres de Estado.



Parece ser que el objetivo diseñado por Carles Puigdemont sería que, tras cinco meses destinados a recuperar la gestión económica de la Generalitat por parte del nuevo gobierno, gracias a la designación de Quim Torra, éste convocara nuevas elecciones a final de octubre, si ello fuera así una de las pocas cosas que estarían claras sería que quien encabezara la candidatura del PDECat, JxCAT ó cualesquiera siglas que heredaran el legado que nada puede borrar, no sería en ningún caso el nuevo president de la Generalitat, ni aún ganándolas, ya que quien lo será como consecuencia de las acaecidas en 2017, ocupaba el número once en las de JxCAT por Barcelona (el propio Torra), y quien lo fué tras las de 2015 ocupó el número tres en la lista de JxSI por Gerona (Puigdemont); así que ocupar el número uno en las listas, parece ser aval a no llegar serlo en la realidad, todo lo contrario que sí garantiza el ungimiento digital en las filas sucesoras de CDC.



El Sr. Torra tiene hoy, aún, una gran sonrisa, consecuencia de la alegría de haber sentido, en su persona, la designación de Carles Puigdemont, para pasar a presidir la Generalitat, dejando de ser un simple cargo de confianza en un discreto ente dependiente, y no le duelen prendas en reconocerlo como tal; pero claro, no sería el primer “designado” en la historia del mundo, quien, tiempo después de sentir en sí los efectos del poder, pudiera ser víctima de su erótica y terminara por hacer todo lo posible por aferrarse a él, incluso rompiendo lazos con quien le situó ahí.



Hoy su rostro y rasgos nos recuerdan más a los de un conocido cómico italiano, pero poco a poco se verá a si mismo frente al espejo como un president real, aunque no será nunca ni un pequeño porcentaje de lo que sí fue Tarradellas.

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