Opinión

Una moción desesperada

Mariano Rajoy, durante su última comparecencia ante los medios.

Mariano Rajoy, durante su última comparecencia ante los medios. Efe

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 Tras conocerse la sentencia del caso Gürtel, las diferentes fuerzas políticas de la oposición piden la dimisión de Rajoy y la convocatoria de elecciones. El PSOE presentó en 24 horas una moción de Censura, que previamente Pablo Iglesias de Podemos había alentado.


Era una sentencia esperada, ajustada a los hechos acaecidos: Saqueo de España desde las instituciones. Saqueo propiciado por una banda organizada que utilizaba el poder delegado por los ciudadanos para enriquecerse de forma desenfrenada.
Lo paradójico hubiera sido una sentencia o un fallo benévolo o la anulación de la causa por errores de procedimiento. Pero no, repito, ha sido una sentencia dura y que tendrá poca, por no decir ninguna, probabilidad de modificarse en casación.


Algunos de los partidos tan indignados veían, no hace mucho, a la Audiencia Nacional, como un tribunal de excepción sin símil en nuestro entorno. Hoy confían y no dudan de su acertada sentencia. Es decir, opiniones y análisis al gusto de cada cual.
Por eso me ha sorprendido enormemente el revuelo tras conocerse el fallo judicial.

Y es que a veces para conocer la verdad no se necesita que te la confirme el juez.
Derrocar el gobierno de Rajoy se ha convertido en el objetivo de unos y otros. Y no digo tampoco que no estén cargados de razones.

Pero en las circunstancias actuales lo menos recomendable es entrar en una fase de ingobernabilidad o gobierno provisional. Ninguna de las cuatro fuerzas políticas de mayor relieve, tienen una clara mayoría. Se requiere a tenor de las últimas encuestas conocidas, la alianza de al menos tres partidos.

O, peor, la de al menos siete, con intereses muy dispares. Es decir, una hecatombe. Y aquí es donde está el problema y la posible italianización de nuestra política, con todo lo que ello conlleva.


Para mí, lo mejor es dejar acabar la legislatura, o casi. Que las diferentes alternativas vayan consolidando su mensaje y sus apoyos, de forma que a finales de 2019 o principios de 2020, como pronto, se convoquen unas elecciones, desde una situación más normal y menos traumática. El interés general de España y de los españoles está en juego. No es baladí. Y es que los desestabilizadores profesionales aprovechan siempre cualquier debilidad para conseguir su objetivo. No dejes que te engañen.