Pocos acontecimientos expresan con más patetismo la bochornosa desafección y burla de los partidos políticos para con su electorado que la amalgama contra natura urdida por el PSOE con una muchedumbre de partidos perdedores en las últimas elecciones generales, con el objetivo de dar satisfacción al díscolo Sr. Sánchez en su desaforada ambición de ser Presidente de Gobierno, a cualquier precio y contra la evidente voluntad del electorado expresada el 24 de junio de 2016.

Ya había intentado lo mismo con el resultado electoral 20 D-2015, siendo cuarto en su circunscripción, como cabeza de lista, y logrando el primer suelo plebiscitario para el PSOE, con 90 diputados, premonitorio de su segunda "jornada histórica" del 24 J-2016.

Porque a Sánchez, en esta segunda convocatoria, la de los 85 escaños, no le respaldaron 12 millones de votos, como alardeaba en una de sus intervenciones del fatídico viernes negro para España del 1 de junio. Ya que, salvo los 5,4 millones que dieron su confianza al PSOE, ninguno de los 6,5 millones de votantes, de las restantes fuerzas sumadas al contubernio, hubiesen deseado que alcanzase la Moncloa. Es más, buena parte de quienes votaron a su partido habrán quedado decepcionados y avergonzados con las artimañas y apoyos que lo han hecho posible, traspasando todas las líneas rojas que los demócratas de bien de su partido le habían fijado.

Efectivamente, Sánchez había sido reprobado hace menos de dos años por el Comité Federal ante las evidencias de que había estado negociando su fallida investidura tanto con los separatistas más furibundos como con los más contenidos (por ahora). Lo negó entonces, pese a las grabaciones disponibles de lo manifestado por alguno de los interlocutores de la confesada desobediencia a su Comité Federal.

Ahora, ha llegado más lejos recabando el apoyo de quienes, encarcelados o huidos, ya han violado las más sagradas reglas democráticas, la Constitución y el Estatuto de Autonomía, así como de los herederos del brazo político de ETA. Una vez más, ha mentido él y, recientemente, su portavoz Sr. Ábalos, el pasado 22 de enero. Muy grave peligro son para la Nación quienes tienen por bandera que el fin justifica los medios. Bajo ella se han unidos todos los que han permitido el oprobioso nombramiento de Pedro Sánchez.

Sr. Sánchez: usted ha vuelto "a hacer historia", literalidad de sus cínicas palabras para justificar los paupérrimos 85 escaños, en la noche 24 J-2016, del mayor desastre electoral del partido de los cacareados 140 años de historia. Porque, de su puño y letra, el 1 de junio de 2018, se ha escrito la página más negra, ruin e ignominiosa del PSOE, desde que se inició la etapa democrática nacida en el 78. No hay mayor corrupción política que la de quienes burlan el resultado electoral con apoyo de cuantos no respetan la constitución ni la igualdad entre los seres humanos, separatistas y racistas. Es decir, con antidemócratas y totalitarios. Sr. Sánchez a usted no le han votado Presidente el pueblo al que dice servir. Sr. Sánchez, usted es, como mínimo, tan populista como Iglesias y Maduro. Ya había usted avisado de estos modos cuando quebró con resentimiento la unidad de su partido.

Es hora de que haya cuanto antes una iniciativa parlamentaria que corrija la flagrante debilidad democrática de un sistema que permite a la suma de grupúsculos perdedores enmendar la voluntad del electorado. En otro caso serán los ciudadanos quienes rehúsen a continuar participando en procesos electorales cuyo resultado será ninguneado por quienes, bajo el amparo de una legalidad imperfecta, burlen e inviertan hasta extremos humillantes la voluntad salida de las urnas.

Cierto que al principio de la actual etapa democrática de España, por respeto a la voluntad de los electores, solían evitarse maniobras que conculcasen el mandato de las urnas. Pero la progresiva llegada a nuestra política de personajes sin escrúpulos hace imprescindible mirar hacia otras democracias, que ya tienen resueltos los mecanismos, para que tales aberraciones no puedan producirse y preservar así la fortaleza y seguridad participativa que los países no totalitarios necesitan.

Señor Sánchez usted no es fiar. A usted nunca le ha elegido el pueblo. Usted es un impostor en la Moncloa. Redímase un poco convocando ya mismo elecciones generales. No siga haciendo daño a España y a su partido. La historia se lo premiará.





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