Si hay algo que marca nuestra contemporaneidad para los hombres y mujeres que poblamos las sociedades de hoy, especialmente en zonas urbanas, es el estrés.





La simple observación de cualquiera de nuestras calles nos sirve de muestra de centenares de personas moviéndose aceleradas, de un sitio al otro, sin perder la vista de las pantallas de sus smartphones, tablets o relojes de última generación.





Vayamos donde vayamos, no terminamos de estar nunca donde queremos, siempre de camino a otro sitio u otro lugar, tras una meta que, aparentemente, no terminamos de alcanzar.





El tiempo se convierte en quimera y la respuesta mayoritaria sobre la pregunta de cual es el problema o que nos falta, obtiene siempre la misma respuesta …¡no tengo tiempo!, ¡no llego!, ¡me falta tiempo!.





Según recientes estudios, como el elaborado por Sanofi, fabricante de productos farmacéuticos como Micebrina, el 84% de la población española sufre estrés y un 62% declara sentirse agotado al final del día. Datos que no hacen más que corroborar lo publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) afirmando que más de la mitad de los trabajadores españoles lo sufren, mientras que la Organización Mundial de la Salud ha calificado el estrés como una epidemia global.





Pero, ¿qué es el estrés?, realmente se trata de la respuesta de nuestro propio organismo ante estímulos que identifica como amenazantes. Las condiciones cambiantes del entorno suelen estar en el origen de lo que percibimos como tal.





Un cierto nivel de estrés es beneficioso, fundamentalmente, por la labor de alerta que tiene sobre nosotros e incluso por su efecto sobre la motivación y la capacidad para franquear dificultades; el problema viene cuando el estrés termina por superarnos, generando preocupación, inseguridad, excesiva tensión y, hasta, pérdida de control; llegando a contaminar nuestro plano fisiológico, a través de cansancio, insomnio, dolores musculares o desajustes gástricos.





Algunas técnicas adecuadas para superar el estrés son las siguientes:





a) Realizar ejercicio físico: la actividad deportiva, sobre todo al aire libre, ayuda a relajar el cuerpo y activarlo, abriendo la mente y liberando endorfinas (hormona anti-estrés).



b) Practicar técnicas de relajación: desde unos simples ejercicios de respiración, poniendo la consciencia en la simple entrada de aire y su expulsión, a través de inspiraciones y expiraciones que podemos acompañar con una mano en el pecho y otra en el abdomen, siendo conscientes del movimiento de nuestro cuerpo con ello; hasta llegar a realizar una meditación más profunda, quizás a través del mindfulness e incluso de experiencias milenarias como el yoga.



c) Descansa todo lo necesario y cuida tus horas de sueño.



d) Técnicas cognitivas: para desarrollar en el propio individuo la capacidad de auto-observación de si mismo, siendo consciente del impacto de determinadas emociones en ti.



e) Técnicas en la conducta, que te eviten recrearte en los fracasos, que seguro vendrán, entendiéndolos como parte de tu aprendizaje, y viviendo los logros como la merecida consecuencia a tu trabajo y al esfuerzo realizado, dándote los oportunos espacios para autopremiarte.



f) Diseña un plan de huida del estrés: plantéate distracciones o actividades que te ayuden a evadir sus consecuencias, quitando el foco sobre lo que te lo genera, ya que mientras más fijes tu atención en lo que te lo provoca, más estresado te sentirás.



g) Analiza la fuente: tú te conoces mejor que nadie y debes ser capaz de localizar su origen, trabajando sobre los motivos.





Y para finalizar compartiré contigo un pequeño truco que trabajo hace muchos años en mi mismo. 





Piensa en un lugar y una situación que, su solo recuerdo, te sea capaz de calmar, de inspirar; puede ser donde sea, lo importante es que sea especial para ti; cierra los ojos y dedica unos minutos a trasladarte hasta allí, ¿ya estás?… ¿a qué huele?, ¿cuales son sus olores?, ¿estás bajo techo o en el exterior?, ¿hay viento, brisa o calma total?, ¿es de noche o de día?, ¿que sientes sobre tu piel?, ¿que sonidos hay?; trabájalo mentalmente hasta que todos tus sentidos sean conscientes del momento y del lugar. Entrénalo. Guárdalo en tu mente, en tu interior, y cuando sientas que el estrés te supera, apártate de lo que estés haciendo y, en un lugar tranquilo, dedica unos momentos (bastarán con 5 minutos) y recrea esa escena, esos pensamientos, con los ojos cerrados, pero conectándote interiormente para ser capaz de oler, oír y sentir como si estuvieras allí. Lo que suceda en el mundo, seguirá sucediendo, pero tú estarás en la mejor situación para gestionarlo de forma consciente y eficaz.





No puedes elegir lo que sucede a tu alrededor, pero si puedes decidir que hacer con ello. El estrés es una reacción defensiva de nuestro organismo, forma parte de tus herramientas ante el cambio continuo de nuestro mundo y en esta época, calificada con su nombre, es indispensable que seas consciente de como gestionarlo. Hacerlo es tu decisión.

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