Ahora lo que en realidad importa es lo nuestro. Cerveza bien fría y a ver el Nigeria-Islandia. Me confieso aficionado al fútbol, pero enrolarse en un mundial es como tragarse el festival de la Eurovisión. Para mí lo más atractivo del jubileo futbolístico lo es a partir de los octavos, y siempre que España forme parte del programa.
El fútbol viene a tapar agujeros. Es parecido al premio de la lotería. Raro es el agraciado o agraciada que no piense en gastarlo en eso. Somos un país agujereado, de eso no me cabe duda. En sentido figurado el dinero no da la felicidad a decir de muchos. Un amigo está en contra de esta máxima: “A mí sí me hace feliz, pero es que yo soy muy raro” -suele decir. En España no somos capaces de salir de un agujero cuando ya estamos metidos en otro. Se ha resuelto el gravoso asunto del Aquarius.
Razones humanitarias nos han dado la oportunidad de evitar una verdadera tragedia. Otros países han mirado hacia el lado contrario e incluso advierten de que ellos no están por colaborar. El caso de Italia es el más acentuado. Después del Aquarius vendrá lo que tenga que venir, entonces el problema ya no será humanitario. El mundo entrará en una espiral de no control y al igual que los personajes de la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley, el desgobierno reinará bajo los efectos de una droga psicotrópica llamada incompetencia política.
El fútbol es lo único que parece calmar los ánimos, pero lo es en tierra firme. Juega España, Alemania, Brasil o Argentina y eso arregla los agujeros como medida de sosiego, pero no solucionan el dilema de quienes cruzan los mares en plena deriva. La épica de Moscú es un juego, mientras que flotar en pateras es un sueño. Pero no vayan ustedes a creer que lo de entretener al personal sale gratis. Una diputada del parlamento ruso y jefe del comité para familias, mujeres y niños, ha recomendado a las mujeres de Rusia que no tengan relaciones sexuales con “extranjeros no blancos” durante el mundial. El problema es que podrían convertirse en madres solteras de niños mestizos. Y claro, en Rusia, a decir de esta diputada del Partido Comunista, los niños mestizos sufren discriminación. O sea, fronteras vieres allá donde fueres.
Verán que el mundo es muy difícil de entender porque mientras la vida está inventada desde hace algún tiempo, el ser humano aún está por descubrir. El reino animal está mejor organizado que el nuestro. Nacen, aman y se alimentan. Cada animal parece saber lo que es bueno y lo que es malo sin discusiones, sin odio ni dudas. Defienden su territorio y el jefe de la manada se hace responsable de guiar a los suyos por el buen camino. Incluso se dan casos de cuidar de los extraños, pero sin perder su condición de ser lo que son. Del ser humano que quieren que les diga. Gritamos gol y nos abrazamos por ello. Celebramos que alguien en pantalón corto dé una patada a un balón y culmine la jugada más importante de nuestra vida. Es más, los días se vuelven luminosos y lo estéril se convierte en alta fertilidad.
Yo que soy menos que nada les diré que no me gusta lo que estoy viendo. No lo digo por el fútbol en Rusia, lo digo porque se va a armar la del mundial con la invasión de pateras que surcan los mares en busca de una tierra prometida llena de promesas que luego se incumplen. No existe política migratoria porque los poderosos siempre son los que fijan las reglas del juego. ¿Cuántos seres humanos interesa que lleguen a tierra firme? Y no es problema de conciencia ni siquiera de ser caritativos, que lo somos, más bien por el factor inverso de creer que los órganos de gestión y control que nos representan van a poner remedio.
Que alguien me diga quienes de los que nos gobiernan dentro y fuera de España están dispuestos a renunciar a su status, sus vergonzosas prebendas, sus corruptelas o sus infamantes rentas vitalicias, para dárselo a los miles o millones de seres migratorios que han puesto rumbo a un destino lleno de agujeros sin fondo. Permitan que les transcriba un pensamiento de Margaret Thacher “El Estado no tiene más dinero que el dinero que las personas ganan por sí mismas y para sí mismas. No es correcto, por tanto, pensar que alguien lo pagará. Ese “alguien” “Eres tú” No hay dinero público, solo hay dinero de los contribuyentes”. Es decir, o somos ciudadanos caritativos con el prójimo o esto se hunde. Y esto va unido a la conciencia moral de cada cual, pero claro, estaríamos hablando de caridad, una de las virtudes de la teología católica que no todo el mundo suscribe. Por cierto, ha marcado gol Cristiano Ronaldo y Messi ha fallado un penalti. La vida continúa.