Opinión

Centenario de Ingmar Bergman

Ingmar Bergman

Ingmar Bergman

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"Nuestro trabajo en el cine, dice Bergman, empieza por el rostro humano". Sus principios en el cine están marcados por influencias literarias, como Strindberg, Ibsen, Pirandello o Camus, de ahí que sus películas más intimistas encierran una reflexión sobre la teatralidad. Pesimismo, valores de la familia, religión, muerte, puritanismo, vida cotidiana, suicidio son temas que le gustaban y así lo reflejaba en sus films. Hizo películas directas o indirectamente autobiográficas como: secretos de un matrimonio (1.973), Al desnudo (1.976), y El Rostro (1.958).

Bergman interpreta las relaciones humanas como un infierno cotidiano, donde los hombres se atormentan mutuamente. Era hijo de un pastor Luterano y vivió en un ambiente de puritanismo y frustración, cuyas únicas salidas eran una linterna mágica y un teatro de marionetas. El amor y el verano eran para Bergman sinónimo de felicidad. El mayor atractivo de su cine reside en ese ir más allá, en el análisis de las motivaciones del individuo, en descubrir, según su criterio "una fisura que nos permita penetrar en el claroscuro de la surrealidad". Bergman siempre habló de su obra. "Mi trabajo es autobiográfico y, lo es de la misma manera que un sueño transforma la experiencia y las emociones constantemente". Pero otros testimonios de grandes cineastas dijeron lo siguiente; "Cada película era una conversación consigo mismo. Y nosotros como espectadores éramos invitados a tomar parte en esa misma tertulia, de esa liturgia (Martin Scorsese).

El cine de Bergman es la simplicidad en su máxima expresión.