Soy enfermero en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid. Hace unos días, una tarde cualquiera al terminar nuestro turno de trabajo en la Reanimación Cardíaca y ya cuando nos íbamos al vestuario, se me ocurrió hacerme una foto con mis compañeras de turno. El resultado de esa foto es lo que ahora quiero compartir con todos ustedes.



Entre nosotros tenemos una gran inquietud por transformar la cara amarga del entorno hospitalario en una cara más amable. Ser alegre también es una forma de generosidad. Rodearme de buenas compañeras, compañeras que cada día quieren ser mejores haciendo su trabajo, que me aporten, que me SONRÍAN, que me brinden la posibilidad de ser más grande, de mejorar, no tiene precio. Y es ahí donde la importancia de la ACTITUD viene a colación.



Si soy positivo, el trabajo diario lo asumo con otro talante,  desarrollo mi actividad de “otra manera”. Una de las características que destacaría entre quienes son los mejores sería la de aquéllos que saben disfrutar en su trabajo, de tal modo que saben contagiar su entusiasmo, hablando siempre en positivo. Creer en el otro compañero, descubriendo lo mejor que lleva dentro. Al nuevo compañero que llega al grupo le hacemos sentir todo su valor, es uno más que viene para sumar.



Son cada día más los estudios que muestran los beneficios físicos y psicológicos que generan una actitud optimista ante la vida. Aliados asociados como la pasión o el entusiasmo en nuestro equipo son capaces de hacernos más felices en el día a día; y así en el caso de tener que afrontar situaciones generadoras de estrés, con optimismo tendemos a experimentar estados de ánimo menos negativos. Ser buen profesional no lo demostramos sólo con grandes logros, lo demostramos también con la palabra; la palabra cuida, la palabra cura.



Somos personas que cuidamos de personas. Hemos sentido alguna vez la calidez de la hospitalidad, el socorro de esa mano que nos tendían y daba la vida, las risas… Mis compañeras hacen que su trabajo sea cada día más visible, más humano, más bello. Con su actitud lo hacen más digno, más valioso y más respetable. Tenemos que olvidarnos de las personas tóxicas. De quien gane el discurso, pero también la práctica, dependerá nuestro futuro. 



Sonreímos y nos sentimos bien; hacemos sonreír y nos hace felices: #provocamosfelididad. Si mi cerebro ríe, libera endorfinas. La liberación de éstas está presente en todos los estados de ánimo positivos. Además cuando reímos reducimos el nivel de cortisol (hormona del estrés); para compensarlo el cerebro libera dopamina, sustancia que se asocia con emociones positivas. 



¿Te has planteado alguna vez que ocurrirá si te hacen sonreír? Pues que tu cerebro se oxigenará y tu sistema límbico se activará y con ello facilitará las funciones de retención de la memoria. Así que no olvides hacer reír antes de contar algo que quieras que alguien recuerde, su cerebro estará más preparado para retener esa información. La risa proyecta una imagen nuestra de seguridad y estima, alguien que sonríe siempre va a ofrecer una cercanía más deseable que alguien que no lo haga.



Compañero te voy a dar otro motivo para que trabajes sonriendo: si crees que no existen razones suficientes para sonreír bien porque no estás atravesando un buen momento, o estás preocupado o simplemente porque no quieres; piensa por un momento que existen personas (pacientes) que se encuentran en condiciones mucho peor que tú y que a diario se despiertan con una sonrisa para tener un día más de vida. La sonrisa enriquece a quien la recibe pero sin empobrecer a quien la da, y aunque la sonrisa dure escasos segundos el que la recibe se siente mucho mejor y difícilmente la olvidará.



La sonrisa es innata. Lo que estamos aprendiendo para la desgracia de nuestra profesión es olvidar a sonreír. La sonrisa puede ser, es la llave maestra para las cerraduras oxidadas que tanto nos cuesta abrir en todos los niveles de nuestro desempeño diario. Y te pregunto… ¿sigues sin ganas de querer sonreír?

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