Opinión

Polarizar para inmovilizar

Sánchez afronta su primer 'bache' a cuenta de RTVE

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La receta de Sánchez para mantener su campaña electoral, que es en lo que se ha convertido su mandato al frente del Gobierno más provisional de nuestra historia, tiene los ingredientes característicos que han llevado al poder a muchos Presidentes en España, en otros tiempos, eso sí.



El ingrediente secreto y principal es la polarización. Dividir al electorado entre buenos y malos, entre ricos y pobres, entre listos y tontos.



Me explico, (soy Sánchez, más bajito, eso sí):



Distribuyo la tele pública a mi antojo, con el insano objetivo de realizar una demonización de quienes no sean afines a mi causa y pagar el justiprecio exigido por el nacionalismo golpista.

Otorgo el CIS a un cargo de mi partido, para edulcorar las encuestas y convencer a los ciudadanos de que mi neozapaterismo despilfarrante es lo que les conviene.



Extiendo mis tentáculos al poder judicial colocando a un Fiscal General del Estado que no moleste con personaciones en los asuntos judiciales de mi partido.



Todo esto genera odio, miedo y empatía en cantidades similares, con ello garantizo el voto fiel del PP y me convierto en el protagonista de la película para los míos. Vuelta al bipartidismo como relevo entre rojos y azules.



Esta receta genera ese caldo repugnante y viscoso que mantiene a los votantes con la mano atada a la hora de elegir entre los del puño y los de los pájaros. Es la vieja estrategia de protagonizar un enfrentamiento entre economía y derechos sociales, siendo conscientes que ni PP ni PSOE suponen garantizar ninguno de estos dos conceptos ideológicos en la actualidad.


Por el centro Ciudadanos pide paso, cuanto más polarice Sánchez, con mayor facilidad entrarán a gobernar Rivera y los suyos. Si este país tiene vista y futuro, otorgará el poder a Ciudadanos.