Opinión

El Mundo de ayer

Una voluntaria honrando la muerte de los migrantes que no han logrado llegar a las costas europeas.

Una voluntaria honrando la muerte de los migrantes que no han logrado llegar a las costas europeas. Reuters

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En "El Mundo de Ayer", el gran escritor Stefan Zweig nos hace un relato conmovedor de la Europa previa a la Gran Guerra y de entreguerras. La vida de los europeos antes del estallido bélico de 1914 se caracterizaba por la seguridad que se sentía dentro de sus fronteras. Poco después, la escalada de tensión prebélica hizo crecer no sólo la desconfianza entre los dirigentes  de las principales naciones europeas sino entre los ciudadanos, principalmente centroeuropeos, de franceses ante alemanes, de austríacos frente a alemanes: el miedo ante el extraño. El esfuerzo de intelectuales como Zweig de promover el entendimiento entre ciudadanos bajo el signo común de la necesidad de la paz y el rechazo al conflicto fue en vano.


Dos guerras mundiales y décadas de pauperización han sido necesarias para lograr  un continente europeo en paz y con fronteras estables. Sin embargo, la crisis migratoria y sobre todo la exageración de este fenómeno no nuevo, por parte de algunos políticos y medios de comunicación, están despertando las peores pesadillas de la Europa de entreguerras que tanto dolor despertaron en nuestros abuelos. 


La ultraderecha o fascismo, resulta en este caso poco ajustado utilizar el término de “populismo”, resurge en países como Italia por boca de su máximo exponente Matteo Salvini quien utiliza la criminalización de la inmigración al modo de sus antecesores, preparando ya un censo de gitanos y ordenando menos “permisos humanitarios”, llevándole la contra del Papa Francisco que da misas para refugiados.


Ante la exacerbación de los sentimientos, poco sirven datos e informes como por ejemplo, el realizado por la Fundación Tent, con muy poca resonancia entre los medios de comunicación,  que muestra que por cada euro invertido en refugiados, el país de acogida consigue dos al cabo de 5 años.  De hecho, una institución tan poco sospechosos de buenismo como el  Fondo Monetario Internacional,  calcula que con un gasto adicional en la Unión Europea para acoger refugiados del 0,09% del PIB en 2015 y del 0,11% en 2016, este mismo indicador de Producto Interior Bruto aumentaría el 0,13% en 2017. Un porcentaje de crecimiento adicional que podría llegar al cuarto de punto en 2020. En conclusión, el incremento total sería de casi un punto (0.84%) del PIB en cinco años.    


En mi opinión, mientras los países de la Unión Europea no se tomen en serio una política de cooperación conjunta, no habrá alambradas y fronteras capaces de solucionar al modo de una “Europa fortaleza medieval” el flujo migratorio. 
Mientras no seamos capaces de respetar los justo derechos de acogida de los refugiados, no sólo seremos irreverentes con la legislación internacional, sino que no habremos aprendido de nuestro pasado. Volveremos a los peores momentos emocionales (y no sabemos si políticos) del siglo XX. Al Mundo de ayer.