En España no solo ha habido una pérdida del valor de las viviendas y los bienes inmobiliarios, además de una devaluación salarial, más que evidente; nuestro país ha sido víctima de una depreciación de todos los bienes, lo que nos llevaría a afirmar que España vale menos que hace una década y que el único importe que se ha incrementado es el de la deuda pública que ha pasado de 377.534 MM euros, en julio de 2008, a 1.163.885 MM euros en julio de 2018, es decir en ésto sí que nuestra economía ha multiplicado por tres.
Las personas, y entes, más informadas que siguen el día a día de los llamados mercados, manejan varios argumentos para justificar la sonora diferencia que marcan las economías de España, EE.UU. y Alemania, a través de sus respectivos selectivos índices bursátiles, desde los diferentes ritmos en las velocidades de la recuperación tras la implosión de la crisis, con los USA creciendo ininterrumpidamente desde 2010, con una tasa de paro del 4%, mientras en España no ha bajado del 16%, y con Europa afectada por el peligro de los llamados países periféricos (Grecia, Italia, Portugal, Irlanda…) aunque ello no ha impedido el notable crecimiento de Alemania. Todo ello al margen de la consideración de que el selectivo índice español incluye en él muchos bancos y constructoras, mientras que el Dow Jones o el DAX tienen más limitadas esas actividades en su composición.
Unos meses antes de la caída de Lehman Brothers con la explosión de la crisis de 2008, exactamente en el mes de abril de ese año, el ex-director ejecutivo de Citigroup, Charles “Chuck” Prince, enunció una frase que resultó profética: “Cuando la música se detenga, las cosas se complicarán. Pero mientras suena la música tienes que levantarte y bailar. Aún seguimos bailando”.
La principal consecuencia de la crisis fue el traspaso de ingentes cantidades de dinero de unas manos a otras, entre clases sociales y también entre países. Cierto es que cayó algún banco, pero su coartada movilizó ayudas millonarias de los Estados a las entidades financieras, que se financiaron a través de cargas tributarias a los contribuyentes y de voluminosos incrementos de deuda pública. Diez años años después se ha disparado la desigualdad, con los ricos, más ricos y creciendo en su número, con la contraparte de un deslizamiento, o desplome, de las llamadas clases medias hacia los estratos sociales más pobres.
Hoy se dice que aquella crisis ha servido para evidenciar la necesidad de regular el sector financiero, especialmente en sus actividades de banca corporativa, con la exigencia de nueva normativa y mayores requerimientos de fondos propios, pero si una cosa está clara es que, en algún momento, volverá a estallar otra gran crisis financiera, que en nuestro tiempo han suplantado los efectos de las grandes guerras globales, a través del mundo de la economía, y nuevas víctimas habrá como en aquellas, contabilizadas en millones.
¿Exactamente de qué ha servido el incremento de deuda pública en España, en diez años, de setecientos ochenta y seis mil trescientos cincuenta y un millones de euros, mientras nuestra economía sigue por debajo de los valores a los que desplomó con el estallido de la crisis de 2008, tras el hundimiento de Lehman Brothers?.