Los que todavía ni hayan tenido la oportunidad, todavía pueden acercarse a las salas de cine y ver El Reino. Tendrán la ocasión, de las que no se ven muchas en el cine español (no recordaba un producto audiovisual tan certero desde la serie Crematorio), de acercarse al problema de la corrupción sistémica, del engranaje interno en materia de financiación de los partidos políticos, en resumen de lo que ha ocurrido entre las bambalinas de la política española, antes de salir a escena, en los últimos años. Desde mi punto de vista, la virtud de la película de Sorogoyen es que proporciona una visión nada maniquea y humana sobre el problema de la corrupción.

De la escena inicial, un hombre que camina de espaldas y que llega a un restaurante caro, le rodean los suyos, personas del partido que se jactan de los bien que les va al tiempo que comen marisco y se ríen de las intenciones de algún gerifalte advenedizo de acabar con el problema de la corrupción interna.

Manuel López Vida, el Bárcenas de la realidad, es un hijo pródigo del partido, corrupto, como todos los demás, que se convierte en un chivo expiatorio cuando estalla el caso que les implica a todos. Así dice el director, "en ese momento nos planteamos qué pasaría si Bárcenas tirase de la manta. El Reino es eso. Un político al que le dicen que van a pagar el pato y se rebela diciendo que si paga él, lo pagan todos”.

Para escribir El Reino, Sorogoyen y su coguionista habitual Isabel Peña pasaron por un periodo de investigación y documentación previa. Con libros como Gürtel, la trama de David Fernández o Yonquis del Dinero del periodista valenciano Sergi Castillo cimentaron el guion, que pasaba por figuras clave de la corrupción en el que fuera nido valenciano: desde Rita Barberá, el neohippy Marcos Benavent, Francisco Camps y quien cimentara todo el sistema en el ámbito valenciano, ahora en la cárcel, investigado por cohecho y blanqueo de capitales: Eduardo Zaplana (más dura fue la caída). También Uno de los suyos, relato en primera persona de José Luis Peñas, quien detonó el caso Gürtel en 2007 a partir de grabaciones y pruebas recolectadas en sus últimos dos años como mano derecha de Francisco Correa.

Director y guionistas se entrevistaron también con políticos como Eduardo Madina, el ex vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, la periodista Ana Pastor, y los cabecillas Álvaro Pérez “el bigotes” o David Marjaliza”. “Marjaliza reflexionaba mucho sobre cómo cuando estás dentro no te das cuenta de los estás haciendo”, nos dicen.

La escena final, de profundidad y aleccionadora para medios de comunicación y otros agentes. El chivo expiatorio con el “material bomba” ante la periodista que quiere darle su particular enfoque y no mostrar todo el contenido a la audiencia.

“Ustedes quieren cabrear a la gente con todo esto, pero sólo lo necesario”, nos dice el hombre sólo traicionado por los suyos. Los reyes caen, pero los reinos continúan, nos dice la película al final.

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