Siento orgullo patrio al oír el nombre de España en las noticias alemanas. Cuando se nos nombra suele ser o bien por gestas deportivas o por las increíbles cifras que deja el turismo alemán en nuestro país. Normalmente España siempre queda bien.
Pero el buen nombre del que España disfruta en Alemania, se hacía pedazos hace unas semanas en el primer canal de televisión ARD. En hora punta, pasearon al espectador por los mares de plásticos, que son los campos de frutas y verduras de Almería. Mostraron la recolección y a los protagonistas de ella, los jornaleros. Al verlo experimenté vergüenza.
El reportaje llevaba por título: "La cosecha inmoral de Europa". Y es que lo que nos mostraron fueron jornaleros extranjeros viviendo en condiciones infrahumanas, trabajando a destajo, cobrando salarios de 32€ al día, arrastrando problemas oculares debido a los productos que utilizan sin protección ninguna. Sin derechos sociales y sin seguridad laboral.
Pudimos ver sus chabolas, donde malviven y pasan calamidades, sin agua, sin luz, algunos conviviendo con niños. Condiciones terribles que una voz en off iba narrando y preguntándose -cómo en Europa podía un trabajador vivir en semejantes condiciones- e incluso iba más allá, -pidiendo explicaciones al gobierno español, por consentir este tipo de ilegalidades-.
Las imágenes me impactaron por su crudeza. No podré volver a comprar con tranquilidad de conciencia ni las verduras, ni las frutas que procedan de esa región. Y presiento, que, como yo, muchos de aquellos que vieron el reportaje. Creo sin lugar a duda, que habrá un antes y un después en el consumo de verduras y frutas de Almería.
Pero si hablamos claro debemos señalar que España no es la única culpable de estos comportamientos. Las grandes superficies alemanas como Lidl, Rewe, Edeka y Kaufland presionan a los agricultores españoles con huidas a otros mercados, para conseguir abaratar precios. Es un circuito donde no se sabe a ciencia cierta donde empieza y acaba la culpa. Para poder sostener este mercado hace falta mano de obra semi-esclava y Almería se presta a ello.
En estos momentos Alemania está comiendo en sus platos muchos productos españoles. Los alemanes son los principales importadores de nuestras frutas y verduras. En la campaña 2016/2017 importaron 8.813.526.688 kilos de fruta por un importe de 8.286.156.557 €, la cifra más alta que ha ingresado España en toda su historia. Pero si este tipo de agricultura sigue produciéndose en estas condiciones, tarde o temprano a Europa se le atragantarán nuestros tomates y pimientos.
Por suerte no todas las cosechas españolas están manchadas. Existen nuevos agricultores que venden sus productos a Alemania y que han creado figuras como “adoptar un naranjo” o el crowdfarmig. Una revolución agrícola que une personas con sus alimentos, concibiendo un vínculo entre productores y consumidores.
Una idea genial, que hace que los consumidores puedan participar a distancia en la producción de sus alimentos mediante la adopción de un árbol, una colmena o cualquier otro elemento productivo.
Si vives en Múnich te puedes permitir tener un naranjo en Valencia, puedes verlo crecer y pedir que te envíen sus naranjas.
Hay muchas pequeñas empresas en España, que están naciendo con esta idea de cuidar el medio ambiente y a la vez explotar sus plantaciones. Una de ellas es naranjas del Carmen, con una finca situada en la Comunidad Valenciana en la localidad de Bétera, gestionada por jóvenes emprendedores con ganas y pasión.
A través de su página web llegan a países como Alemania, Reino Unido, Suecia, Dinamarca y algunos otros de Europa. Allí van mandando kilos de naranjas recién cosechadas del árbol a sus clientes y estos saben que el producto es de primera calidad, ausentes de pesticidas y con una recolección responsable con el trabajador y el medio ambiente.
Es un tipo de agricultura con audacia, que es muy apreciada en el norte de Europa y cuyos clientes, están encantados pagando un poco más y con ello consiguiendo mantener unos valores y una relación producto/consumidor.
Esto también es España. Un país moderno, involucrado en su bienestar ecológico. Con jóvenes empresarios amantes del campo y de la agricultura ecológica, que están arriesgando con innovación y haciendo fuerte la Marca España.
Ejemplos como este merecen ser llevados a la pantalla. Permanecemos a la espera, de que la televisión alemana se dé una vuelta por Bétera, mostrando al público alemán que España, es también producciones ecológicas como las de naranjas del Carmen.