La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.

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Sin audacia en el PSOE andaluz tras el 2-D

Mario Martín Lucas
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La política es conectar con las necesidades de la gente y ser capaz de hacer ver la propia opción que se representa como la mejor manera alcanzar el bien común, pero también, y especialmente en relación a quienes personifican a “los otros”, a “los rivales”, a “los enemigos” o, en argot “buen rollista”, a “las otras opciones”; la política es, básicamente, estrategia, anticiparse y sorprender, tanto a la hora de moverse en los límites sociológicos colindantes de unas formaciones con otras, como a la hora de lanzar determinados mensajes, e incluso, y especialmente, a la hora de negociar y formar mayorías para alcanzar el poder desde el cual cambiar las cosas o mantenerse en él, dependiendo del interés de cada cual.

El pasado 2-D el PSOE aún siendo la primera fuerza en votos, perdió la mayoría que había sabido concitar a su alrededor en los treinta y siete años de historia de la Junta de Andalucía y parece en un aparente “shock” desde aquella misma noche electoral, del que no da síntomas de recuperarse, asistiendo como “pseudo-espectador” a las negociaciones abiertas entre el Partido Popular y Ciudadanos para establecer un nuevo gobierno andaluz armado en torno a los 47 escaños que sus dos formaciones representan en el cámara autonómica andaluza, sin pacto público con Vox, al menos de puertas hacia fuera.

Los resultados electorales hacen que el posible apoyo de Adelante Andalucía resulte insuficiente para que Susana Díaz consiguiera retener el poder en el Palacio de San Telmo, pero desde la misma noche de la confrontación electoral se deslizó una de las claves en las que habría que leer el resultado de los comicios, o al menos las interpretaciones que los líderes de las distintas formaciones daban a lo sucedido, y ahí destacó el mensaje de Ciudadanos, expresado por Juan Marín, pero también, y efusivamente, por parte de Albert Rivera, al comunicar que ellos entendían que ser la única opción que crecía en apoyos, con la notable excepción de Vox, les hacía merecer encarnar el cambio votado en las urnas por los andaluces, pues tanto PSOE, como PP, como Adelante Andalucía, sufrieron retrocesos importantes.

Ciudadanos ha sido socio de gobierno del PSOE en Andalucía durante tres años, lo cual no le ha impedido recoger un notable crecimiento en estas elecciones del 2018, pero su defensa de la necesidad del cambio en la Junta de Andalucía no le tendría porque hacer ascos a que la candidatura de su líder autonómico, Juan Marín, recogiera el apoyo de los treinta y tres diputados regionales socialistas, a los que sumar los veintiuno de la formación naranja, para formar una mayoría a un solo escaño de ser absoluta.

Más allá de lo que cada cual entienda, o interprete, como mejor opción de acuerdo a su sensibilidad política o social, lo llamativo es que el PSOE se ponga la venda antes de la herida, sin dar el necesario paso adelante, dando por rotos los puentes de cualquier capacidad de negociación con su antiguo socio de legislatura, incluso cediendo la presidencia del nuevo gobierno andaluz.

¿Acaso el PSOE prefiere ser oposición y dejar en manos de PP y Ciudadanos (con los apoyos de Vox desde fuera) el Gobierno, que mantenerse en él, aunque sea en coalición?

¿Quizá entienda, el PSOE, que tendría un coste electoral a futuro su apoyo a Ciudadanos, ostentando un mayor numero de escaños?, pero en todo caso sería más que interesante evaluar la respuesta de la fuerza naranja ante la posibilidad de presidir Andalucía desde una fórmula “Borgen” aún no utilizada en ninguna circunscripción española.

En todo caso si Ciudadanos fuera puesto en la dicotomía de ser apoyo de un Gobierno del PP en Andalucía o presidir uno alternativo que contara con el respaldo de los treinta y tres escaños del PSOE es más evidente que, bien por su derecha, bien por su izquierda, le generaría un desgaste electoral evidente a futuro y no solo en tierras andaluzas.

Susana Díaz se ha apresurado, excesivamente, al confirmar que, en cualquier caso, ella liderará la oposición del PSOE en el parlamento andaluz y ello es, sobre todo, síntoma de que ya se ha aceptado a ella misma en ese rol, quizás aplicándose en primera persona el refrán español de “más vale pájaro en mano que ciento volando”, y en este momento lo que tocaba a quien está en su responsabilidad era ejercer un rol de liderazgo, con más audacia, tal como recomendaba el político italiano de siglo XIX, Camilo Benso, al afirmar que “Existen circunstancias en que la audacia es la verdadera prudencia”, y ese rasgo parece que falta en el PSOE andaluz tras el pasado 2-D.

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