El nueve de mayo de 2012, José Ignacio Goirigolzarri sustituyó a Rodrigo Rato como presidente de Bankia tras presentar éste su renuncia al cargo dos días antes, aunque en sus manifestaciones ante el Tribunal que juzga la salida de Bankia a Bolsa, bajo su gestión, haya afirmado que él no dimitió, sino que fue el presidente del Gobierno entonces, Mariano Rajoy, quien le cesó, lo que habla de la dolorosa politización de las cajas de ahorros que acabó con una entidad tricentenaria como Caja Madrid, y no lo dice el autor de éstas líneas, sino quién fue vicepresidente del Gobierno con Aznar, ministro de Economía y Hacienda, o gerente del FMI.
Dieciocho días después de su llegada a Bankia, el Sr. Goirigolzarri reformuló las cuentas del año 2011 de esa entidad, modificando los 309 MM € de beneficio publicado por su antecesor, a unas perdidas de 2.979 MM €, solicitando, además, una ayuda pública de 19.000 MM €, cantidad que unida a los 4.465 MM € inyectados anteriormente por el Estado, situaban el coste de la intervención en más de 23.400 MM €.
Las diferencias de opinión sobre la intervención, el excesivo, o adecuado, importe de las ayudas públicas, y la gestión antes y después, han tenido diferentes matices, desde la distancia puesta por Goirigolzarri sobre la “herencia recibida” y las decisiones tomadas por el “equipo anterior” (con las que no podía estar de acuerdo) a la irónica frase de Rato respecto al importe del rescate, calificando “la suerte que supone que pidas 19.000 MM € y te los den” o la más académica de que esa cantidad de “fondos en exceso, indudablemente beneficiosos para garantizar el éxito de su gestión (del nuevo equipo), pero en ningún sentido necesarios para cumplir con lo requerimientos de capital, ni con los saneamientos exigidos por el supervisor”.
Pero la apertura del juicio sobre la OPS de Bankia, con un Rato recuperado en su perfil más soberbio y altivo, aún sentado en el banquillo de los acusados, pareciendo pasar página de la escena de su contrición y petición de perdón a la sociedad por los errores cometidos al entrar en prisión por su condena en el caso de las “Tarjetas Black”, ha sido el momento elegido por Goirigolzarri para, desde la actual Bankia (con mayoría pública en su capital) emitir todo un alegato a favor de Rato, a través de un informe pericial, en el cual se llega a manifestar que quién llegó a ser personaje económico de referencia, ahora preso en la cárcel de Soto del Real por sus propios errores, no cometió ninguna irregularidad. Sencillamente sorprendente.
Hay varias preguntas para realizar al Sr. Goirigolzarri, y al equipo actual del banco nacionalizado, la primera es, entonces, si no se cometió ningún error ¿por qué tuvo que ser rescatada Bankia?
Enunciada la cuestión anterior, sobreviene la siguiente interrogante, si todo lo que hizo Rato en su mandato en Bankia, y especialmente lo relativo a la salida a Bolsa, fue lo adecuado, ¿cual fue la razón que justificó su sustitución por el propio Goirigolzarri?
El hilo argumental del informe presentado se maneja entre dos ideas fuerza, por un lado que nadie podría esperar la dureza de la crisis que sobrevino, ni siquiera las exigencias de los “Decretos Guindos” de 2012, lo cual nos sobrelleva a otra pregunta, ¿las decisiones de Goirigolzarri habrían sido las mismas de haber estado en el rol de Rato en aquellos momentos?, a la vista de su defensa de los hechos parece que sí.
Aunque aún hay otra pregunta, desde estas líneas, en este caso para Rato: ¿Por qué no atendió a la sugerencia que se le hizo, de forma fehaciente, desde miembros del consejo de administración de Bankia, en el sentido de paralizar la salida a Bolsa y solicitar directamente la intervención del Banco de España, lo cual habría limitado la cantidad del rescate público, además de evitado las dolorosas consecuencias, sociales y económicas, engaños incluidos?
Pero quizás la razón última de investirse Goirigolzarri en abogado defensor de Rato, esté en el interés de "demasiados" por pasar página y evitar una sentencia condenatoria, con sus consecuencias, empezando por la firma auditora Deloitte (también entre los acusados), el propio Banco de España, la CNMV (increiblemente ausentes ambos entre los imputados), los gobiernos de PP y PSOE, además de todo el aparato financiero que, de forma más o menos explícita, apoyaron la operación, con la notable salvedad del BBVA presidido entonces por Francisco Gonzalez, aunque éste sí estuvo presente en la reunión en la que se decidió la intervención y nacionalización de Bankia (junto a Botín y Fainé).
Pero en una sociedad democrática avanzada, como la que queremos ser y deberíamos ser, no todo es dinero, y tanto la falsedad, como la estafa, son delitos que no deberían quedar impunes. No solo se trata de Rato, ni tampoco de Goirigolzarri, se trata de España como valor seguro, serio y atractivo de cara a los mercados internacionales. Depurar responsabilidades es esencial.