Quim Torra ha viajado a Estados Unidos insistiendo en conseguir lo que desde filas independentistas se llama “la internacionalización del conflicto”, sin entender que lo que llaman “conflicto” no lo tiene la sociedad catalana, ni siquiera una parte de la sociedad catalana, sino básicamente la élite, de la que el actual president forma parte, por necesidad de otros, todos ellos vecinos residentes de la zona alta de la ciudad condal, camino de Pedralbes.

El seguimiento mediático al sucesor de Carles Puigdemont y Artur Mas al frente de la Generalitat, en su ruta por USA, se ha reducido a los periodistas desplazados por TV3 sin conseguir resonancia en los medios locales americanos y mientras ello sucedía el prestigioso periódico The Economist hacia público el “Democracy Index 2018”, en el que España ocupa puesto entre los únicos veinte países del mundo a los que les otorga la calificación de “democracia plena”, adelantando en dicho ranking a la Bélgica que ha acogido al huido ex-president y ex-alcalde de Gerona, e incluso a Francia, país símbolo en el terreno de las libertades.

Los países que encabezan el ranking son Noruega (9,87), Islandia (9,58), Suecia (9,38), Nueva Zelanda (9,26), Dinamarca (9,22) y Canadá (9,15), en una lista que solo reconoce veinte estados como “democracias plenas”, con España (8,08) y Costa Rica (8,07) en las posiciones 19ª y 20ª respectivamente. EEUU (7,96) en la posición 25ª, Portugal (7,84) 27º, Francia (7,80) 29ª, Bélgica (7,78) 31ª, Italia (7,71) 33ª o Grecia (7,29) 39ª son consideradas “democracias imperfectas”, mientras que Venezuela (3,16) 134ª, Cuba (3,00) 142ª, Rusia (2,94) 144ª, Emiratos Arabes Unidos (2,78) 147ª, Irán (2,45) 150ª, Siria (1,43) 166ª y Corea del Norte (1,08) 167ª, ocupan las últimas posiciones con la calificación de “regímenes autoritarios”, todo ello como resultado de valorar las variables de “proceso electoral y pluralismo”, “funcionamiento del gobierno”,“participación política”, “cultura política” y “derechos civiles”.

La población de los veinte países reconocidos como “democracias plenas”, de los que España forma parte, supone el 4,5% de los habitantes del mundo, y la mayoría de esos veinte Estados forman parte de Europa, mientras que solo Uruguay (8,38), de entre Latinoamérica y El Caribe, forma parte de ese exclusivo club. Los resultados merecen una reflexión, principalmente de quienes somos parte de esos Estados y por ello somos unos privilegiados.

Es razonable el derecho de cualquier imputado, sometido por tanto a juicio, a establecer la estrategia de defensa que crea conveniente, pero cuestionar la calidad democrática del Estado sobrepasa lo legítimo, lo cual atañe a todas y cada una de las personas afectadas por lo que se conoce como causa del “Procés” o del “1-0”, sin poder admitirse que terceros países quieran dar lecciones o ejemplo de lo que no pueden (Bélgica), a la vista de los resultados objetivos en el ranking “Democracy Index 2018”. 

La democracia afecta a todos, y como dijo Winston Churchill, siendo el menos malo de los sistemas políticos, cuantas más garantías tiene, más difícil es imponer una parcial realidad en interés de una minoría. En cualquier caso todo argumento es defendible dentro de una “democracia plena” como España, pero aceptando las normas vigentes y sin imposiciones de parte, se hagan desde donde se hagan, incluso desde Waterloo.

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