Nekrassov

Nekrassov

Blog del suscriptor

Nekrassov

Mario Martín Lucas
Publicada
Actualizada

¿Qué sugiere el nombre de Sartre?, ¿qué nos viene a la cabeza si alguien nos invita a presenciar una obra suya?, ¿a que nos enfrentamos?, quizás la opinión previa más extendida sea que se trate de un ensayo a partir de la discusión filosófica sobre existencialismo. Ahí radica la primera sorpresa que nos depara esta propuesta dirigida por Dan Jemmett, sobre una traducción de Miguel Ángel Asturias, adaptada por Brenda Escobedo.

Jean Paul Sartre fue, efectivamente, filósofo y activista político, pero también escritor, novelista y dramaturgo, hasta el extremo de ser seleccionado como Premio Nobel de Literatura en 1964, distinción que rechazó por carta por su posicionamiento personal en relación a los premios, especialmente en el campo de la cultura.

Cuando rechazó el reconocimiento que le brindaba la Academia Sueca, hacía nueve años (1955) que había escrito y publicado una comedia, poco conocida, que ha pasado desapercibida en su obra literaria, titulada “Nekrassov” (nunca representada en España) y que ahora, con total acierto y oportunidad, programa el Teatro de la Abadía de Madrid, sorprendiendo por la vigencia de la misma, pero también por un contenido y unas formas dignas de los más grandes creadores del humor, el sarcasmo y la ironía, desde Arniches a los hermanos Álvarez Quintero, con un ritmo y una sucesión de entradas y salidas en escena que recuerda al cinematográfico Billy Wilder o al ingenio desplegado por Ernest Lubitsch o Woody Allen en sus guiones.

Sartre quiso enmarcar su única comedia en el ambiente de la Guerra Fría de mitad del siglo XX, riéndose de sus propias ideas políticas y las de sus coetáneos, incluyendo una crítica de gran calado a la prensa, ya por entonces en el camino de convertir sus cabeceras en un cierto espectáculo, antes que en soporte informativo objetivo, de acuerdo a la tendenciosidad marcada por los intereses ocultos entre sus propietarios.

El estafador y timador Georges de Valera (Ernesto Arias) se hace pasar por  Nikita Nekrassov, ministro soviético, desertor de la URSS y refugiado en Francia, donde el rotativo parisino “Soir de París” le capta para ir publicando sus manifestaciones, diseñadas “ad hoc”, para difundir las más estrafalarias mentiras, lo cual le es recompensado con una vida de lujos pagada a cuenta del periódico. El planteamiento de la obra pone en la diana la hipocresía de la sociedad y le sirve a Sartre para construir una afinada critica social tanto al comunismo, como al capitalismo, a los líderes políticos y a la prensa, de la que tampoco se salva, en absoluto, la burguesía del momento …o mas exactamente de todas las épocas.

La dirección del británico Dan Jemmett es muy atinada, diseñando un espacio escénico que simula un gran palacio, con guiños surraelistas como la gran lámpara de araña que permanece en el suelo, caída y rota (en fina alegoría), que ampara todo lo que ocurre durante la trama, sabiendo deslizarse en la delgada linea entre el lujo y la decadencia. Pero donde brilla su mano como director es en la recreación del efecto de las grandes comedias, con infinitas puertas que se abren y cierran, apareciendo y despareciendo personajes, lo cual consigue aquí, sin puertas físicas y con todos los actores en escena, de una manera brillante.

El elenco compuesto por José Luis Alcobendas (Sibilot y Demidoff), Ernesto Arias (George de Valera y Nekrassov), Carmen Becares (Verónique y Mademoiselle Bounoumi), Miguel Cubero (Goblet y Nerciat), Palmira Ferrer (Irma y Mouton), Clemente García (Robert, Tavernier y Chapuis) y David Luque (Palotin) raya a gran altura en su prestación, desenvolviéndose con acierto coral en el frenético ritmo de la trama, desdoblándose en los trece personajes de esta versión, desde los veintiocho originales diseñados por Sartre, con continuos cambios de vestuario (responsabilidad de Vanessa Actif) y encargándose, ellos mismos, del movimiento del atrezzo. 

Destacando el muy buen trabajo de José Luis Alcobendas, poliédrico en los perfiles de sus personajes, con rasgos totalmente alejados el uno del otro, y un Ernesto Arias, divertido y desenfadado, que recuerda los tics “canallas” tantas veces disfrutados en Gary Grant o George Clooney, secundados por las grandes interpretaciones de Palmira Ferrer, espléndida, tanto en la piel de mujer de Irma, como en la de hombre de Mouton, así como de Miguel Cubero, estupendo en los roles de Goblet y Nerciat.

Una verdadera sorpresa, muy grata, este Nekrassov, desconocido para el público y nunca, hasta ahora, representado en España, pero que nos ha revelado el gran talento de Jean Paul Sartre, capaz de escribir una comedia tan redonda como ésta, de gran calidad, pero además de absoluta vigencia. Brutal y feroz como un gran impacto en la boca de nuestro estómago, pero sin golpes, sino únicamente a través de la sutileza de la inteligencia. Gran sátira, de una sagacidad incuestionable. Aún tienen hasta el 24 de febrero para disfrutar de éste espléndido montaje… ¡no se lo pierdan!

Colabora con el blog

Forma parte de los contenidos del Blog del Suscriptor
Escribir un artículo