Hablar en plata

Trump, durante su discurso a la nación Reuters

Malos tiempos para el parlamentarismo sereno, para esa oratoria llena de pausas, de expresiones sosegadas y sesudas, de joyas orales que muchos seguimos escuchando con la ilusión de llegar siquiera a subir a una tribuna y usar los recursos, ya inventados, de esos genios de la palabra. 

Todas esas joyas de la oratoria pasaron a la historia como eso: vetustas y valiosas alhajas de la paleontología oral. Hoy en día ningún orador, aunque sea portador de la virtud de la palabra, puede usar este maravilloso recurso, pues se dictan normas de premura, de electoralismo y del chascarrillo ocurrente; hablando en plata: hablar en titulares que explotan en los ojos del lector sin siquiera entrar en el contenido. 

Sin duda es la demanda lo que marca la oferta y es el pueblo quien demanda este tipo de discurso rápido, dinámico y eminentemente coloquial. No tiene nada de malo, pero yo no puedo dejar de mirar con nostalgia aquellos discursos que despertaban en los oyentes pensamientos profundos y la más profunda admiración. 

Para un neófito como yo todo se antoja complicado, tanto lo uno como lo otro, pero no puedo evitar disfrutar con aquellos grandes discursos que marcaron la historia de nuestro país. 

En estos tiempos de gritos, de speeches simples, directos y eminentemente insidiosos muy de vez en cuando sube al atril uno de esos genios para recordarnos que la retórica sigue siendo una joya más de la capacidad racional humana. Gracias genios.