Cierto conocido director de un periódico digital, de cuyo nombre no quiero acordarme, lleva semanas insistiendo, en la radio de Federico, en lo que él llama "una pregunta provocadora", aunque yo más bien la calificaría de retórica; y me presta aquí brindarle una respuesta alternativa a la que él mismo ofrece, y más acorde con la realidad.

Su pregunta, más maliciosa que pícara, es esta: "¿En realidad quiere Santi Abascal echar a Pedro Sánchez de la Moncloa..?"; y, dejándola en suspenso, finalmente la contesta con otra más retórica aún: "¿...o bien quiere echar a Pablo Casado de Génova?" Formula de este modo una insidiosa tesis en descrédito de la lealtad de Abascal hacia España, atribuyéndole la egoísta ambición de conquistar toda la derecha a costa de "facilitar" que el zascandil que nos desgobierna siga malbaratando el país durante un inacabable cuatrienio más, pues dado que Vox -según él- podría medrar más fácilmente desde la oposición, le conviene que Sánchez continúe. Así, el falso silogismo de ese director queda como sigue: si de verdad Abascal deseara lo mejor para su país, se retiraría de las provincias con pocos escaños o se presentaría en lista única con Casado; de no hacerlo, será responsable de la hecatombe que nos traiga el PSOE.

Bien; analicemos dicho sofisma; pero no sin antes dejar claro que dudar de la lealtad patriótica de quien ha sufrido en sus carnes el terrorismo de ETA y sufre ahora el acoso violento y las constantes ofensas de cierta chusma a causa de su inconmovible lucha por unos principios que, entre otros, pasan por el derrocamiento "quam primum" del impúdico y manirroto ególatra monclovita, e insinuar que el irreparable perjuicio para España que éste pueda ocasionar le preocupa a Abascal menos que hacerse hegemónico en la derecha, se me antojan maledicencias francamente ofensivas.

Veamos. La sibilina pregunta nace de una falsa disyuntiva, pues el patriótico deber de echar al doctor Sánchez no es incompatible con la legítima aspiración a ganarse, a costa de otros partidos, adeptos en la derecha; y aunque resultara cierto que otra legislatura a cargo del marido de Begoña beneficiase al líder bilbaíno, eso no significaría, ni mucho menos, que una cosa fuera causa de la otra. Además, da nuestro periodista por válida la trampa semántica más perniciosa de la inmadura cultura democrática española: la ponzoñosa falacia del voto útil, sobre cuya toxicidad nunca podré extenderme lo suficiente. Me conformaré aquí con decir que ningún voto es inútil, sino -si acaso- inefectivo para sumar escaños, que no es lo mismo. Efectivo y útil son dos conceptos que no conviene confundir y, menos aún, usar para confundir a los votantes. Servirse de dicha falacia para condicionar al elector con el chantaje de un peligro común desvirtúa la democracia.

Pero aun aceptando que para evacuar a Narciso Sánchez hacen falta escaños más que votos, pedir a Abascal -y sólo a él- que retire su candidatura en las provincias con pocos diputados so pretexto de que tiene menos expectativa de voto es una burla demagógica. Primero, porque las encuestas tienen sesgos interesados y no reflejan la intención de voto real. Segundo, porque lo que en realidad se le pide es regalarle al PP, por su cara bonita, sus votos de media España; ahí es nada. Y tercero, porque curiosamente a Ciudadanos no se le demanda el mismo gesto de generosidad que a Vox, aunque pueda tener menores expectativas en algunas provincias y pese a que, en lo importante, Rivera está más cerca ideológica y programáticamente de Casado que éste de Abascal.

O sea: patrañas. Para evitar la victoria del Mal, lo único equitativo y honesto sería que el "bloque de centro derecha" elaborase una lista electoral conjunta para dichas provincias "pequeñas"; pero esto, que yo sepa, aún no lo ha ofrecido ninguno.

Aun así, el provocador director le imputa a Abascal en exclusiva la responsabilidad de una eventual pérdida de escaños; y esto en virtud de otra falacia: la "consanguinidad ideológica", según la cual Vox, por ser una escisión del PP, tiene no sé qué obligación moral de regalarle a éste sus votos o concurrir conjuntamente sin que, en cambio, dicha obligación concierna a C's porque, al parecer, debió surgir "ex nihilo". Con todo, lo más impresentable de su tesis es la clara contradicción en que incurre el amigo periodista, pues no cesa llamar "radical" a Abascal y a su formación mientras considera que los azules y los naranjas son muy moderaditos, progres y tal. ¿En qué quedamos, amigo mío? Se le ve a usted el plumero a la legua. Si sitúa a Vox fuera de la galaxia, ¿no sería Ciudadanos quien debería hacer mutis o ir en coalición con los populares? Pues no; y pese a tan flagrante inconsistencia no titubea en oprobiar al político bilbaíno y verter sobre él infundadas acusaciones.

Pues aquí tiene mi respuesta a su "pregunta provocadora", y haga con ella lo que le plazca.

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