La maestría es un concepto que aúna experiencia, conocimiento del medio y del oficio, aprendizajes y desaprendizajes (en su orden inverso), así como la superación de los fracasos que en toda carrera profesional surgen, como inexcusables componentes de cualquier éxito. Y ese término de maestría es el que me vino a la cabeza al ver la excelente escenografía creada, y diseñada, por Gerardo Vera para la versión de José Luis Collado sobre el texto original de “El idiota”, escrito por Fiódor Dostoievski, programada en el Teatro María Guerrero, de Madrid, con producción del Centro Dramático Nacional, donde hace un alarde de la conocida frase de “menos es más” encajando el puzzle de su obra con el mejor de los adornos posibles: el de la sencillez.

Gerardo Vera y José Luis Collado vuelven a cruzar sus caminos con el nexo común del CDN y de Dostoievski, cuatro años después de abordar “Los hermanos Karamazov”, con la dirección del primero.

El principe Myshkin, sufridor de ataques epilépticos, como el creador de su personaje,  vuelve a San Petersburgo, en su Rusia natal, después de haber sido tratado de sus dolencias en Suiza, para lo cual busca el cobijo de una pariente lejana, Lizaveta Prokófievna Epantchina, esposa del general Iván Fiódorovich Epantchin, ante la cual llega vestido humildemente y con un pequeño hatillo como único equipaje, tras haber conocido, en el viaje en tren, a Rogozhin, personaje con el que, reiteradamente, se volverá a cruzar.

La proverbial ingenuidad del príncipe Myshkin, su bondad excesiva y una candidez que roza lo enfermizo, son interpretados por quienes le conocen como estupidez, ganándose por ello el mote de “El idiota”, hasta el extremo de que sus propios gustos y apetencias, son condicionados por su propio posicionamiento en no hacer daño a los demás, lo cual le lleva no ser capaz de expresar sus propios sentimientos, cuestión harto delicada en su relación con sus posibles parejas afectivas.

El acierto general en el que se mueve Gerardo Vera en este espectáculo, alcanza la selección del casting actoral y el resultado conjunto del elenco escogido, destacando especialmente la prestación de Fernando Gil como “el príncipe Myshkin”, muy atinado a la hora de poner sobre la escena los perfiles de su personaje, terreno en el que sabe jugar con su poderoso cuerpo (alto y corpulento) para jugar a favor de “El idiota” que los demás ven en él, mientras para sí mismo guarda un cierto sentimiento de superioridad, observando a los otros, desde la distancia, como excesivamente ambiciosos y mezquinos.

Marta Poveda (Nastasia), Jorge Kent (Rogozhin) y Yolanda Ulloa (“La generala”) se mueven de forma notable en sus personajes. Con un tono adecuado de Alejandro Chaparro (Gavrila), Vicky Luengo (Aglaya), Fernando Sainz de la Maza (Kolia), y un resultado más tibio de Ricardo Joven (General) y, especialmente, de Abel Vitón (Afanasi).

Los aspectos técnicos se sitúan por encima del sobresaliente, a través de la línea marcada Vera, con escenas que guardaremos en nuestro recuerdo, como la inicial, con la luz proyectada desde la puerta de entrada de la casa del general, o la del baile, con la recreación de las impresionantes lámparas de araña, y la sugerente escena del cambio de vestido de Nastasia, además de otras, todas ellas arrebatadoras, realizadas con un mínimo de recursos, muchas veces limitados a un panel traslúcido, la magia de la iluminación y la acertada elección cromática del vestuario. Grandes aportaciones de Juan Gómez-Cornejo (Iluminación), Alejandro Andújar (Vestuario), Alberto Granados (Espacio sonoro), Álvaro Luna (Videoescena) y Ana Catalina Román (Movimiento).

El maestro que da pruebas de ser Gerardo Vera, crea una escenografía de una belleza asombrosa y lo hace con una sencillez que encierra toda la compleja elaboración de quién conoce bien su oficio. Solamente experimentar ese excitante espectáculo visual merecería ya el pago del precio de la entrada, pero es que además su dirección, el ritmo elegido, las interpretaciones actorales y la aproximación realizada a Dostoievski son atinadísimas. Hasta el 7 de abril existe la oportunidad de recrearse con esta excelente propuesta teatral, no se lo pierdan.

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