La campaña electoral, oficial, de cara a las elecciones del 28-A, comenzó el 12 de abril, pero todo lo sucedido hasta que los candidatos de PSOE, PP, Podemos y Ciudadanos pisaron el plató número uno de los estudios de Prado del Rey, de RTVE, el lunes 22 de abril, pareció menor; desde los ya marginales actos de “pegada de carteles”, superados por los efectos de las publicaciones en los ‘muros’ de Facebook o Twitter; a los actos cada vez más reducidos con militantes, previamente convencidos.
A cinco días para las votaciones del 28-A, cuando, por fin, los principales candidatos se vieron cara a cara para confrontar sus argumentos o ideas principales. Se esperaba un debate, pero no lo hubo porque un contenido esencial para ello, estuvo ausente: la escucha.
Las primeras intervenciones se sucedieron sin sorpresas, Rivera preguntando a Sánchez si indultará a los posibles condenados en el juicio del ‘Procés’, Casado poniendo el foco en la ocupación del poder a través de la moción de censura apoyada por Torra y Otegui, Sánchez subrayando las diferentes realidades de izquierda y derecha, e Iglesias con un tono algo más bajo, pero más reflexivo, poniendo el foco en la buena noticia de que haya debates, y haciendo un uso exhaustivo de lecturas de artículos de la Constitución.
Algunos gestos comenzaron a decir más que las palabras de los candidatos, con Casado sonriendo irónicamente cuando Iglesias hablaba de ‘progresividad fiscal’ al reseñar que España se sitúa a ocho puntos porcentuales de la presión fiscal en el resto de Europa, y Rivera también utilizando la sonrisa irónica ante el comentario de Sanchez de la “división de poderes” y la autonomía del poder judicial (cuidado con los comentarios sobre Justicia de los que se dicen constitucionalistas); evitando éste la respuesta a Iglesias, las tres veces que éste le preguntó, sobre su posible pacto con Ciudadanos.
Mientras Sánchez y Rivera escenifican su ‘divorcio’… pero manteniendo los “signos de pasión” en sus miradas cruzadas, un minuto antes de que, en un tono verbal casi imperceptible, éste pidiera al actual presidente del Gobierno que abandone a los nacionalistas… y, entonces, podría haber reencuentro con Ciudadanos.
El primer debate finalizó con la alegoría de Rivera sobre el silencio… ”¿No lo oyen?”, la rápida salida de Iglesias del escenario, siendo el primero en abandonarlo, y la sorprendente presencia de Ábalos, ante los medios, para comentar un debate del que él no había sido parte, convirtiendo esa comparencia en una especie de mitin electoral.
El segundo debate tuvo un previo tortuoso para los candidatos, quienes comparecieron en el escenario, a la vista de todos los televidentes, veinticinco minutos antes de comenzar, convirtiendo ese tiempo en una especie de “Gran Hermano” en el que todo se observa, gestos, miradas, asesores, documentación de cada uno, etc…
Los moderadores dirigieron una pregunta previa a los candidatos y es Pablo Iglesias quien mejor realizó el nexo entre el día anterior y esa nueva oportunidad, en unas palabras claramente dirigidas a Rivera: “Quien entra en la ‘curia’ como Papa, termina saliendo como cardenal”.
Pero la agresividad fue más evidente en este segundo debate, mal moderado por la pareja de presentadores, quienes no supieron canalizar los contenidos de cada bloque, permitiendo respuestas que no tenían nada que ver con los temas planteados en cada momento.
Sánchez optó por hacer un ‘pack’ con Casado y Rivera, refiriéndose siempre a ellos en conjunto: “Ya estamos en las ‘primarias’ de las derechas”, con un Rivera que interrumpía permanente las intervenciones de los demás y un Casado centrado en el objetivo de atacar, a la vez, a los representantes de Ciudadanos y el PSOE, por ese orden.
Las inexactitudes, o mentirijillas, se hicieron un hueco en lo dicho por unos y otros, pero el momento culmen lo protagonizó Rivera cuando, dirigiéndose a Sánchez, dijo: “Ya acabó usted de mentir; ahora me toca a mí”.
El minuto de oro final se resumió en las referencias al “valor seguro” de Casado, la “moción de censura a las derechas” de Sánchez, al concepto de unidad de Rivera (juntos somos imparables) y la apelación a que “la historia no está escrita” de Iglesias.
Con el debate ya finalizado se mantuvo la imagen televisiva en el escenario, que fue ocupado por miembros de las cuatro opciones, todos felicitando a sus líderes, donde destacó la apacible conversación de los dos Pablos, Casado e Iglesias, junto a la mujer del primero, la excitación gestual que lucía un Rivera que parecía desatado y un Sánchez convencido de no haber perdido, en ambos debates, la ventaja que los sondeos le otorgan, aunque el único resultado válido es el que se producirá el próximo domingo, 28-A.
Espectáculo ha habido en esta doble comparecencia de los principales líderes políticos en televisión a través de “RTVE” y “Atresmedia”, pero debate como tal, no, porque ha faltado escucha.