¿No ha de haber un espíritu valiente?

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Joya fue la virtud pura y ardiente;

gala el merecimiento y la alabanza;

solo se codiciaba lo decente.

No de la pluma dependió la lanza,

ni el cántabro con cajas y tinteros

hizo el campo heredad sino matanza.

(Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a Don Gaspar de Guzmán, en su valedimiento. Francisco de Quevedo y Villegas, 1630).

“Primero España, después el partido, después tú”, dicen que dijo y sentía Alfredo Pérez Rubalcaba. Sobre él, no puedo obviar con lo que en la primera de sus dos acepciones el DRAE define la voz 'muñidor': “Eficaz gestor de tratos y de intrigas”.

¿Quiebra eso el loor desbordado del hombre de estado, en plena campaña electoral a la que no había sido llamado?

Rotundamente sí: Rubalcaba fue primero un hombre de partido y  después, solo después, un patriota. Aunque es forzoso reconocer que los que llegaron después -en España y en el PSOE– le hicieron santo, hasta su falta, y ahora en lo por venir.

Pero no nos engañemos, estamos donde estamos no por la maldad o la mediocridad de nuestros mandatarios sino por nuestra in competencia culposa al elegirlos.

En lo que al PSOE se refiere, tendrá tiempo y ocasiones para arrepentirse. Por el PP solo cabe entonar su Miserere si no es capaz de guardar respetuoso silencio en vez de entonar la laudatoria elegía por quien más daño le causó cuando menor causa había en aquel 11-M que a todos los españoles debería avergonzarnos.

Sin obviar su papel protagonista en la tragedia de la vergonzante limpieza de la ETA y, aunque no el único, en el vergonzoso episodio del “Bar Faisán”, es dado reconocer que el estilo de Rubalcaba fue impecable en lo formal pero reprochable y sancionable en lo ético y en lo legal. Me parece esencial que alguien lo diga o lo escriba, aunque nadie esté dispuesto a oírlo o leerlo.

Otra coa es que los que vinieron después conviertan en próceres a quienes no debieron pasar de hombres de partido. Como tantos. Pero… ¡de ahí a llevarlos a reinaugurar el Panteón de Hombres Ilustres!

Coda: Incomprensible que Ana Pastor, Presidenta del Congreso de los Diputados, que habría superado con nota el balance de su difícil magistratura, haya permitido que miembros de la Guardia Civil y de la Policía Nacional desempeñaran el papel de empleados de pompas fúnebres en el ingreso y la salida del féretro en la Cámara. Tampoco es comprensible que permitiera que en tal lugar el ataúd estuviera cubierto por la bandera nacional (bien) y por la del PSOE.

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