... al trigo. Un año más los colectivos animalistas y los alegres y combativos “jóvenes” del PETA aprovechando la cobertura mediática de nuestras fiestas patronales, que son conocidas en el mundo entero, buscan sus minutos de efímera gloria mediática; para ello se manifestarán en la plaza consistorial. O mejor expresado, como dicen los artistas modernos, realizarán una “performance”, que dicho en lenguaje coloquial y entendible por todos, perpetrarán su actuación. Para ello deleitarán, al público asistente y a los medios convocados, con sus lozanos cuerpos en paños menores manchados con bermejo colorante, simulando sangre, y teñirán también el adoquinado de rojo. Espero que el colorante sea biodegradable y que los manifestados abonen la correspondiente tasa municipal de limpieza de aceras y pavimento. Por ser consecuentes con el principio de quien contamina, en este caso ensucia, paga. Ya que manchar es de alguna forma contaminar.

La calle es de todos, como bien sabemos en nuestra ciudad, que estamos a punto de alcanzar el récord de uso de la misma que tiene Madrid. Pues entre manifestantes en contra de la elección de Enrique Maya como nuevo primer edil, manifestantes que presionan a María Chivite, protestas por eres y cierres de empresa, peticiones de puestas en libertad de los amigables jóvenes de Alsasua, concentraciones contra los abusos sexuales, autobuses por los derechos del colectivo LGTBI, promoción del euskera, defensa de los símbolos de Navarra, carrera de las murallas, maratones varias, carrera contra el hambre, carrera contra el cáncer, cross del encierro, korrika, vuelta ciclista a Pamplona, fin de la vuelta a navarra, procesiones, etc. Vamos a tener que reservar vez como en la posada de Goldaratz, o en la Capilla de San Fermín, con más de un año de antelación.

En el caso que nos ocupa hoy, sin embargo llama la atención la insistencia y fijación de estos colectivos contra nuestras fiestas, salvo la excepción de las campañas contra la matanzas de focas, y las tímidas campañas fotográficas de galgos ahorcados. Sin embargo no veo que estos colectivos hayan realizado demostraciones de este tipo en las puertas de los canódromos para llamar la atención. Lo más seguro es que los caneasen.

Además, parece no gustarles incomodar a la aristocracia inglesa por la caza del zorro realizando carreras y persecuciones por Picadilly Circus y Buckingham Palace. 

Siendo muchos de estos jóvenes por su aspecto australianos y neozelandeses no suelen prodigarse en sus tierras natales. Nuestras antípodas son el hogar de 74 millones de ovejas merinas, raza que presenta una cantidad especialmente elevada de pliegues en su piel y cuenta con una mayor superficie cubierta de lana. Pero las vuelve más vulnerables a los parásitos, concretamente a la mosca Lucilia cuprina. Por ello el 90% por ciento de las ovejas son sometidas al “mulesing”, que consiste en cortarles a los corderos jóvenes grandes porciones de piel en la zona que rodea al ano, para eliminar los pliegues donde se acumulan restos de heces que atraen a las moscas. Esta mutilación se realiza sin anestesia y es un proceso sangriento.  

Tampoco protestan por las extrañas muertes de caballos de carreras (hasta 23 en tres meses en un hipódromo californiano, y el año pasado 493 en Estados Unidos, a una media de casi 10 por semana). Recientes estudios realizados por biólogos de la Universidad de Exeter (Reino Unido) han concluido que los caballos van 10 segundos más rápidos que hace un siglo. A los equinos al otro lado del charco se les dopa, está permitida la administración de fármacos el día de la competición y se les suministran analgésicos, corticoides e inflamatorios para encubrir lesiones. Pero las apuestas son un gran negocio en Estados Unidos redondeando 10.000 millones de euros y en Gran Bretaña 5.000 millones de euros, contrasta con los exiguos 5 millones de euros de España. Por no hablar del triste final de estos animales, pero que es lo único por lo que alguna organización ha protestado. Un caballo es rentable entre los dos y los cuatro años, al quinto los retiran de la competición pero pueden vivir veinte años más, cuyo coste nadie quiere asumir.

Todo el mundo es libre de manifestarse pero sería conveniente arreglar primero tu casa antes de ir a la del vecino a decirle como debe vivir sus tradiciones y fiestas. Y seguro que muchos de estos defensores de los animales se quedan un par de días más para vivir la fiesta. Sin embargo, no hay encierros sin corridas, ni Sanfermines sin encierros, cuando eso ocurra serán "Sinfermines" como recientemente y con ironía escribía en cartas al director Alfredo Aristu Hernández. 

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