Las propuestas de Boris Johnson han generado rechazo, tanto en la Unión Europea como en la oposición británica, lo que hace poco probable que salgan adelante. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿Estamos ante una nueva acción de marketing del primer ministro británico?
Los eurodiputados del grupo de trabajo sobre el Brexit rechazaron la nueva propuesta de acuerdo de Johnson por tres motivos: falta de datos específicos, no hay garantías para su aplicación y porque el acuerdo está supeditado a la “incertidumbre de una decisión unilateral”. Unas propuestas que ya han sido rechazadas por el líder de la oposición británica, Jeremy Corbyn, y que la primera ministra de Escocia denuncia que “están diseñadas para fallar”.
La propuesta del primer ministro británico para el acuerdo de salida del Reino Unido quiere modificar el protocolo para la salvaguarda de los acuerdos de viernes santo que pusieron fin en los años 90 a los enfrentamientos entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte. El anterior acuerdo garantizaba que no se creara una frontera aduanera permitiendo que Irlanda del Norte permaneciera dentro de la regulación europea. Para evitar crear diferencias con el resto del Reino Unido, el gobierno de Theresa May, incluyó una Unión Aduanera entre Reino Unido y la Unión Europea.
Las propuestas de Johnson prometen mantener a Irlanda del Norte bajo la regulación de la Unión Europea en lo que respecta a circulación de bienes. Sin embargo, no hay garantías para su cumplimiento y la falta de claridad en las propuestas podría generar una inseguridad.
El actual gobierno británico ha eliminado la propuesta de una Unión Aduanera entre Reino Unido pero no detalla cómo garantizar la protección de los consumidores y de las empresas europeas. La indefinición de la propuesta de Boris Johnson podría facilitar la entrada de productos a la Unión Europea a través de Reino Unido que no cumplan con la normativa europea por lo que afecta a los consumidores y empresas europeas.
En base a las propuestas del primer ministro británico el acuerdo no se empezaría a desarrollar hasta el mes 14 de salida, con lo que se establece una indefinición que podría suponer el establecimiento de una frontera física entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. Además, el acuerdo, debería ser aprobado por el parlamento de Irlanda del Norte que lleva tres años sin reunirse y que no está previsto que se vaya a reunir en los próximos meses.
Al menos, el acuerdo de May, consiguió la aprobación de la Unión Europea, el de Johnson ni siquiera eso. El acuerdo de Johnson no tiene las garantías mínimas para que sea aprobado en el Reino Unido y tampoco por la Unión Europea por lo que podría ser una nueva acción de marketing del primer ministro británico.