En las facultades de sociología y ciencias políticas se estudiará, en el futuro, el extraño caso del partido político que pudiendo haber alcanzado una mayoría absoluta con la misma formación con la que llegó a pactar un programa de gobierno pocos años antes, se negó a ello, para, ya en la campaña electoral, de los siguientes comicios prometer hacer lo que no hizo solo unas semanas antes …¡asombroso!.
Evidentemente todos ustedes, agudos lectores, ya saben que el partido político al que me refiero es conocido por el color naranja en su logo y su líder trabajó en “La Caixa” antes de convertirse en tal. Sí, él es Albert Rivera y hablamos de Ciudadanos.
La irrupción de esta formación política se produjo dentro de la eclosión de lo que se conoció como la ‘nueva política’, en exitosa etiqueta que buscaba distanciarse de los efectos perniciosos de, por ejemplo, las mayorías absolutas o del “ventajismo” obtenido por las formaciones nacionalistas, apoyando a alguno de los grandes partidos nacionales cuando éstas no alcanzaban aquello.
Pero justo cuando el Parlamento español ha presentado una mayor atomización, con cinco grandes partidos, en lugar de los dos tradicionales, con otras ocho formaciones ocupando algún escaño en el Congreso de los diputados; Ciudadanos rehusó a influir en el Gobierno de España, negociando un acuerdo posible con el vencedor de las elecciones generales, de acuerdo a la voluntad mayoritaria expresada por los españoles a través de su voto (PSOE), aún a pesar de poder articular una mayoría absoluta entre dos únicas formaciones, renunciando al propio espacio político que tanto reivindicó (el centro político) y a la labor de “bisagra” que en otras épocas jugaron los partidos nacionalistas.
La evolución del propio pensamiento político es algo que ha sucedido mucho en la historia y las hemerotecas están llenas de casos sobre ello, sin salir de España se puede recordar el caso de Ramón Tamames, evolucionando desde su militancia en el PCE, a posiciones socialdemócratas, para llegar a desembarcar en el CDS y finalmente identificarse con posiciones conservadoras; y en sentido contrario es igual de válido el caso de Jorge Verstrynge, en su día secretario general de la Alianza Popular presidida por Manuel Fraga y ahora identificado con las tesis de Podemos, tras haber pasado también por el PSOE en los primeros años 90’s del siglo XX.
Lo que no es tan habitual es decir una cosa ayer, otra hoy y mañana volver al argumento de ayer. Y el caso del Sr. Rivera anunciando al principio de esta, larga, precampaña electoral su promesa de que si gana el Sr. Sánchez las elecciones, Ciudadanos, facilitará el desbloqueo de la situación política, dando sus votos al PSOE, para que haya Gobierno, aunque luego ellos se pasaran a la oposición, es una broma que gran parte de la ciudadanía española, tanto de quienes les votan, como de quienes no, no soporta, ni entiende, a estas alturas.
Es evidente que los efectos de los reiterados sondeos electorales conocidos en estas semanas y días, que de forma persistente anticipan un descalabro en los apoyos del partido naranja, que le supondría la pérdida de, al menos, la mitad de su fuerza parlamentaria actual, y su descuelgue desde la tercera opción más votada a ser cuarta o quinta, están en el origen de esta rectificación estratégica, que lo que realmente desvela es la incoherencia de un pensamiento político demasiado pegado al oportunismo de cada momento, que ha llevado a Albert Rivera a verse a si mismo como presidente del Gobierno de España, sin ni siquiera alcanzar antes ser el jefe de la oposición parlamentaria, ni optar por representar un determinado pensamiento político, sino jugando un día con ser socialdemócrata moderado, otro liberal, al siguiente conservador y pasado mañana ya veremos. Incoherencia hasta en la rectificación.